Por supuesto que los números cuentan, la marcha no generó la participación esperada, lo que por si mismo dispara interrogantes. Pero igual sucede con temas que enfurecen a la sociedad y solamente una pequeña porción sale a protestar.
Podemos asumir que las manifestantes hablaron por millones y la pregunta es ¿qué sigue?
En la marcha hubo vandalismo y se requiere saber quién está detrás del mismo, se habló del intento/deseo de quitar al presidente lo que no resolverá el problema de la mujer en la sociedad, y justamente este gobierno se acerca a la equidad de género por lo que toca a la membrecía en el gabinete.
La voz dominante en la marcha mostró temas que afectan y preocupan, destacando sin duda la inseguridad y el hecho que la mujer se sienta insegura al caminar por las calles o al salir de su casa. Nunca antes habíamos tenido una situación tan agresiva contra la sociedad en general y la mujer en particular.
Queda la impresión de que fuera del reclamo justificado de eliminar la discriminación y agresión contra la mujer, no se ha articulado una agenda para hacerlo. Me atrevo, siendo hombre lo que es repulsivo para algunas mujeres, a sugerir tres dimensiones para la acción:
El Estado. Se debe sancionar con toda energía la agresión de género teniendo mucho cuidado en no agredir la libertad individual. Un ejemplo es la exigencia de las mujeres de la UNAM que piden se sancione enérgicamente el acoso sexual para lo que hay que modificar el Estatuto del Personal Académico, lo que puede ser un cambio legal menor y políticamente mayor. Ya hay leyes que castigan el feminicidio pero sigue habiendo impunidad de los perpetradores. Se debe aclarar el concepto de feminicidio, porque no todas las mujeres asesinadas lo son por ser mujer, limpiando las causas se podrá actuar con mayor decisión contra los perpetradores.
El gobierno. Debe articular programas y acciones que generen espacios de libertad y equidad para la mujer, destaca en primerísimo lugar garantizar seguridad, sobre la equidad, se puede empezar por eliminar la disparidad salarial y sancionar legalmente el incumplimiento, lo que puede tener un serio impacto económico y empezar a nivelar el terreno. Y seguimos con la impunidad. El 8 de marzo conmemora el asesinato impune de 129 costureras que fueron quemadas a raíz de una huelga.
La sociedad. Aquí esta la parte más complicada porque se debe modificar la cultura que hace menos a la mujer y permite la visión de que esta permitido todo lo que se haga para dominarla.
Se requiere una revolución cultural profunda que rompa con la influencia milenaria de las religiones misóginas. Me viene a la mente por ejemplo, destruir el mito del “pecado original” como la culpa de la mujer por ser expulsados del paraíso, o la historización de que la Malinche es la gran “traidora” que derrumbó al sanguinario imperio Azteca.
Esta es la oportunidad para que el gobierno de AMLO sea verdaderamente la 4T. Debe atreverse a romper con el pasado cultural misógino y construir una visión nueva sobre la igualdad entre los géneros, para esto se puede empezar con:
1) Reescribir los libros de historia destacando el papel de la mujer
2) Generar instrumentos de cultura popular que redimensionen a la mujer. Hay un juego de adivinanzas sobre grandes mujeres.
3) Reescribir o eliminar mitos y creencias que denigran a la mujer.
4) Generar eventos públicos glorificando el papel de la mujer y elaborar un almanaque de logros de la humanidad gracias a la mujer.
Nada será fácil porque habrá grandes resistencias de las iglesias y de aquellos que se sentirán agredidos y muchos de los cambios profundos llegarán en varias generaciones. Un ejemplo son las mujeres obreras que después de dos generaciones de ser las principales proveedoras del hogar, siguen entregándole el salario a los hombres para que decidan que hacer con el, aún cuándo el hombre no trabaja. Hay que empezar sin dilación este cambio cultural.
Imponer fuertes castigos a los agresores tendrá serias consecuencias familiares y sociales. Cualquier hombre golpeador deberá ser castigado con severidad lo que afectará la vida en el hogar, pero hay que asumir esos costos y pensar en asistencia social para los desajustes posibles.
Políticamente será muy benéfico que la próxima presidenta llegue en el 2024, aún con el riesgo de que sea un proceso anti-democrático, porque la ganancia cultural será mayúscula.
Ataquemos la impunidad y la desigualdad, nivelar el terreno con mujeres libres y fuertes es un sostén democrático indudable e ineludible.