No hay negocio que aguante varios meses sin ingresos y salga avante de una parálisis económica como la que se prevé por la crisis del coronavirus.
Demos un ejemplo para entender el riesgo sistémico debido a que la gente se encuentra en sus casas, aisladas, sólo consumiendo lo más básico para sobrevivir (comida, medicinas, electricidad, agua, internet).
Fulanito es dueño de una peluquería, cuyo local se encuentra en un centro comercial. Por la crisis del coronavirus dejan de ir los clientes, hasta que ya nadie se aparece. Fulanito finalmente cierra la peluquería. Manda a sus diez trabajadores a sus casas pagándoles un mes de sueldo.
Los empleados ya dejaron de recibir buena parte de sus ingresos por las propinas. Si el aislamiento social sigue más de un mes, se quedarán sin ninguna entrada. Tendrán algunos ahorritos, pero, al cabo de un tiempo, no van a contar con el dinero para cubrir sus necesidades básicas.
Ante la falta de ingresos, Fulanito le llama al dueño del centro comercial para informarle que no podrá pagar la renta del local hasta nuevo aviso. También deja de pagar a sus proveedores y al gobierno (IMSS, Infonavit, IVA, ISR, etcétera). Más aún, la peluquería tiene un préstamo con un banco, pero como ya no está entrando dinero, Fulanito se declara en moratoria.
Multipliquemos, ahora, el problema de esta peluquería a una gran parte de los negocios de nuestra economía capitalista. El resultado sería fatal: empleados formales sin ingresos para comprar sus necesidades más básicas, empresas que van quebrando diariamente por la falta de flujo de efectivo, caída drástica en la recaudación del Estado e instituciones de seguridad social, bancos con una creciente cartera vencida, al punto de generar un riesgo sistémico del sistema de pagos.
¿Queremos eso?
En otros países, los gobiernos se están movilizando para apoyar a las empresas y trabajadores del sector formal. Estamos hablando de billones de dólares de paquetes para otorgarles liquidez a los negocios y sus empleados. No las quieren dejar quebrar. Prefieren endeudar a los gobiernos con varios puntos del Producto Interno Bruto prestados, en última instancia, por sus bancos centrales.
El asunto causa controversia por el rescate que tuvieron que hacer los gobiernos de países desarrollados del sistema financiero después de 2008-2009 (en México lo hicimos en los noventa por la crisis de 1994-1995). Esto evitó el colapso del sistema de pagos, pero también generó una mayor concentración del ingreso. No en vano, a la vuelta de la esquina, se volvieron populares los candidatos populistas que criticaron un juego económico que privilegiaba a un pequeño grupo de gente cada vez más rica.
Bueno, pues esos apoyos al sistema financiero, y otras industrias como la automotriz, en 2008-2009 pueden acabar siendo pequeños frente a la crisis del coronavirus. Los gobiernos deberán implementar una serie de estímulos para evitar la quiebra masiva de empresas, desde las grandes hasta las más chicas, como la peluquería de arriba.
La buena noticia es que no todos los sectores económicos van a requerir ayuda, porque seguirán operando y recibiendo flujo de efectivo. Las farmacias y tiendas de comestibles, por ejemplo.
Moody’s publicó hace unos días un reporte de los sectores que estarán más en peligro por la crisis del coronavirus y, por tanto, requerirán estímulos gubernamentales lo antes posible para evitar su quiebra y despido masivo de sus trabajadores. Se trata de la industria textil; la manufactura y venta de automóviles; la producción y comercialización de bienes de consumo duradero (refrigeradores, muebles, etcétera); los casinos, hoteles, cruceros, restaurantes y todos los negocios relacionados con el turismo y entretenimiento en vivo; las aerolíneas; todos los comercios minoristas, salvo los de comida y medicinas; las compañías de envíos de mercancías a nivel global.
Ayer, el presidente López Obrador habló brevemente de este asunto. Dijo que a los “pequeños comerciantes” se les van a otorgar créditos, pero no definió a qué se refería con “pequeños”. Y agregó: “Ya nada de rescates al estilo del periodo neoliberal, que les daban a los bancos, a las grandes empresas. No, que ni estén pensando en que va a haber condonaciones de impuestos u otros mecanismos que se usaban antes. Si tenemos que rescatar, ¿a quién hay que rescatar? A los pobres”.
Todo parece indicar, entonces, que el Presidente, a contracorriente de lo que está sucediendo en todo el mundo, está dispuesto a ver cómo quiebran sectores enteros de la economía nacional y millones de trabajadores se quedan sin un empleo formal.
Twitter: @leozuckermann