Uno de los factores más eficientes para ocultar los problemas socio-políticos es justamente el consumismo. El mejor regalo que puedes recibir si alguien te ha robado –unos aretes, una pulsera o tu celular- es justamente algo que te llene ese hueco aunque lo que te den sea pura fantasía y no el dije de 14 quilates que te dio tu abuela hace años.
Este fenómeno compensatorio, aparentemente individual[1] no es ajeno a los fenómenos sociales sobre todo en el tema de la democracia electoral. Conquistar votos o simpatías mediante el engaño, es una tarea relativamente sencilla si se está frente a un electorado con pocas habilidades o costumbre de realizar análisis políticos a nivel de abstracción. En tal escenario, lograr empatía mediante propuestas con beneficios aparentemente palpables, casi siempre de corte populista, es relativamente sencillo.
La incertidumbre laboral o económica son terreno fértil para hacer crecer el miedo en las personas, familias, empresas y cualquier otro sector, que derivado de ello se convierte en fácil presa de grupos dispuestos a abusar del otro, bien sea para lograr un beneficio material o por el simple hecho de demostrar superioridad ¿Sabia Usted que la suma de robos –a transeúntes, vehículos, casa habitación y negocios- casi supera a los homicidios? ¿Por qué entonces las campañas informativas –realizadas casi siempre con recursos públicos- cuya esencia es producir miedo, superan a la prevención de los otros delitos que también le despojan de algo además de daño patrimonial?
El ánimo de cualquier propietario de negocio extorsionado, auto, departamento, bolsa con tarjetas de identidad y dinero, se perturba de manera angustiosa por el riesgo –real o imaginario- de ser desposeído de lo que es suyo. ¿Cómo quedan las emociones de una abuela de casi 80 años, en la inminencia de ser lanzada de su propiedad derivado de la deshonestidad de quien era el administrador de su edificio? Los procesos de aprehensión, pavor, terror, fobia, recelo, susto, alarma ¿desaparecen por discursos vinculados con la posibilidad de ganar una rifa o cualquier otro proceso sustentado en la fortuna? La gran mayoría de quienes hemos sido catalogados como conservadores, fifís, neoliberales, priístas o panistas corruptos; hemos experimentado en que consiste esa intensa sensación desagradable que resulta del peligro –real o supuesto- de ser víctima de cualquiera de estos delitos, que casi siempre son del ámbito local, por lo cual la respuesta eficaz es mucho más escasa. ¿Ha escuchado que el miedo es una emoción primaria relacionada con la ansiedad y el rechazo normal al riesgo?
Además de la esperanza en que los milagros o eventos relacionados con la diosa fortuna compensen estos sentimientos, recibir algo –flores, chocolates, peluches, cajitas de música, ropa, pantallas- es quizá una de las conductas más propicias para resarcirnos del colapso de la falta de confianza. Por ello es que fechas como el día del amor y la amistad resultan tan convenientes aun para los líderes políticos. ¿Es por eso que las críticas al consumismo y el neoliberalismo se suspenden todos los 14 de febrero?
Jurídicamente se considera compensación a la extinción de obligaciones vencidas entre individuos que son acreedores y deudores de modo recíproco. La compensación, en este marco, implica dar por saldada las deudas de cada uno. ¿Le ha ocurrido? ¿Los bancos o los agiotistas le compensan sus deudas si el servicio que le otorgaron fue malo?
Es difícil saber si el amor resulta mayor al delito. ¿Ha pensado que los rateros le quitan lo suyo para poder comprar algo el día de san Valentín? Los datos que nos ofrecen las cámaras de comercio, no discriminan si las ventas de ese día son todas de gentes amorosa o si los superan las compras de los delincuentes, lo cierto es que según la CANACO de esta ciudad capital, hace un año la derrama económica por el amor y la amistad llego casi a los 5 mil millones de pesos ¿Qué no había crisis? Además de amenazar con acusar con las madres y abuelas a los que roban, cosas y felicidad, ¿se podría hacer un exhorto moral, social y cualquiera otro que compense estas calamidades?
El mejor regalo, no consumista por cierto que podríamos recibir los mexicanos en este 14 de febrero, sería cuando menos un día sin robos de coladeras en las calles[2], sin sustracción de autos, sin majaderos que insultan en el transporte público a hombres, mujeres y niños para quitarles sus cosas; sin ingreso a oficinas donde no solo se llevan dinero sino que rompen, vandalizan y se burlan de la justicia. ¿Sería posible un día sin motociclistas que balacean a los ciudadanos en la fonda? ¿A que se haría merecedor la pareja de un policía que antes de regresar a una menor “rescatada” a su casa se abstiene de abusar sexualmente de ella?
Desafortunadamente, el exceso de creatividad de una buen parte de nuestro pueblo, no es usada para el auténtico amor y la verdadera amistad, ni siquiera para tener consideraciones con el otro, es decir el prójimo y en vez de tomar el toro por lo cuernos quienes tienen la responsabilidad de poner remedio desvían la atención, ofreciendo aumento en las dádivas “poquito porque es bendito” o desviando la atención de los graves problemas sociales.
[1] Fred Adler –especialista en psicología- analizó profusamente la estrategia de compensación como una estrategia para cubrir consciente conscientemente, debilidades, frustraciones, deseos sentimiento de incompetencia. La estrategia implica gratificaciones en un área distinta a las deficiencias o inferioridades personales, aunque casi nunca se ataca la fuente real de dicha inferioridad, ocurriendo por tanto fenómenos de sobre o sub-compensación, según si la respuesta conduce a un afán de poder, control y dominación o a la demanda de ayuda
[2] Cada tapa robada la venden a 3 pesos el kilo, y al dueño, le cuesta un promedio de 4 mil pesos el reponerla