Acto número uno. Diversos medios informan que el diputado de Morena, Miguel Ángel Jáuregui, ha presentado en la Cámara de Diputados una iniciativa para reformar la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a fin de “democratizar” la elección del rector y de los directores de las facultades, escuelas e institutos de investigación. Votarían, de manera libre y secreta, los profesores, alumnos y trabajadores. Para tal efecto, se crearía una comisión de consejeros universitarios que funcionaría como el órgano electoral de la universidad.
Acto número dos. La UNAM publica una carta de su rector, Enrique Graue, quien confiesa que nadie le consultó sobre esta iniciativa. Se enteró a través de la Gaceta Parlamentaria de la Cámara de Diputados. Se dice sorprendido e indignado. “Deseo hacer del conocimiento de todas y todos ustedes mi rechazo absoluto a este intento de intromisión en la vida universitaria, en donde a espaldas de las y los universitarios se pretende incidir en la normatividad que nos rige y que nos hemos autoimpuesto a lo largo de muchos años”.
El rector de la UNAM afirma que “esta iniciativa se suma a otras que han sido presentadas ante las legislaturas estatales por representantes de distintos partidos políticos, en lo que parece constituir una escalada contra la autonomía de nuestras casas de estudio”.
Concluye Graue: “El hecho de presentar una iniciativa como ésta, sólo puede ser interpretado como un intento de desestabilizar la vida universitaria, en momentos en que la UNAM lleva a cabo los cambios pertinentes a su normatividad para que las y los universitarios convivan en un ambiente de respeto, paz y seguridad”. Y remata: los diputados deben rechazar esta iniciativa.
Acto número tres. El grupo parlamentario de Morena en la Cámara de Diputados anuncia el retiro de la iniciativa de reformas a la Ley Orgánica de la UNAM y reafirma “su respeto irrestricto a la autonomía de la casa de estudios y a su vida interna”.
¿Cómo interpretar estos hechos?
Es indudable que hay grupos de Morena que quieren quedarse con ese delicioso platillo de poder y recursos que es la UNAM. Ganaron la elección, tienen una cómoda mayoría en ambas cámaras del Congreso y su líder, el presidente Andrés Manuel López Obrador, goza de una popularidad alta. Están dadas las condiciones para manosear la autonomía universitaria, tal y como lo han hecho con otros órganos autónomos del Estado.
“Democratizar” es una palabra muy atractiva. Pero hay instituciones que, por su naturaleza, no pueden regirse por las reglas democráticas. Darles el voto a todos los profesores para nombrar a las autoridades es incentivar que lleguen los docentes más populares, es decir, los más grillos que van a llenar de prebendas a todos los maestros y nunca castigar a los malos. Darles el voto a los alumnos va a terminar con un sistema educativo donde todos recibirán un diez de calificación en todas las materias. Darles el voto a los trabajadores llevará a la quiebra financiera de la institución por la gran cantidad de prestaciones que estos demandarán y obtendrán.
Qué bueno que el grupo parlamentario de Morena haya retirado dicha iniciativa. La pregunta es por qué ocurrió este lamentable episodio.
La primera hipótesis es por el desorden que hay en este gobierno. Diputados y senadores de Morena se lanzan como el Borras a proponer mil y un tonterías. Si el presidente López Obrador puede emprender sus propias ocurrencias, ¿por qué ellos no? Cuando dichas iniciativas generan reacciones negativas, entonces sus coordinadores parlamentarios salen a enmendar el error.
La segunda hipótesis es que lanzan estas iniciativas como “globos sondas” para medir la reacción de los actores afectados. Estiran la liga para ver hasta dónde podrían llegar. Luego retiran la amenaza, pero ya queda, en el ambiente, la idea de que por ahí hay unos loquitos que quieren hacer una locura, así que más les vale a los afectados acceder a unas reformas más moderadas que las que propusieron los loquitos. Así lo hicieron, por ejemplo, con los banqueros a los que querían bajar sus comisiones por ley. Retiraron la iniciativa, pero lograron que los propios bancos accedieran a disminuirlas por su propia cuenta.
Sea la primera o la segunda hipótesis, el hecho es que, de nuevo, estamos frente a un ataque en contra de las organizaciones autónomas del Estado, sello característico de este gobierno de una supuesta Cuarta Transformación.
Twitter: @leozuckermann