El historiador y político mexicano Jesús Reyes Heroles (Ver., 1921 – CO, EE. UU., 1985), célebre por sus contribuciones al desarrollo de la democracia, particularmente lo relativo a la reforma política de 1977, dejó un vasto legado oral y escrito, del cual han aprendido propios y extraños.
De las enseñanzas del académico veracruzano sobresale una de las frases más citadas por quienes se dedican al quehacer público: “En política, la forma es fondo”. Dicha expresión continúa generando una percepción muy limitada, pues a pesar de que la mayoría de las voces le adjudican un carácter superfluo y banal, desde mi perspectiva, Reyes Heroles hizo una clara referencia sobre la importancia de hacer política de altas miras, es decir, de hacer política con la “mano izquierda”. De esa política mediante la cual se alcanzan acuerdos sin necesidad de dar manotazos sobre la mesa, en la que el consenso se logra mediante la persuasión civilizada.
Tal vez debería leerse: “En política, la forma es parte del fondo”, para ser más precisos, sin embargo, en la actualidad existen políticos que ignoran las formas y se han quedado sin fondo. Y es que la forma de hacer política habla mucho de quien la ejerce, me queda claro que las “formas” del gobierno actual distan mucho de ser las ideales, pues dan una clara muestra de insensatez e intolerancia.
Recordemos que el propósito de las campañas electorales es permitir a la sociedad conocer y elegir a quienes van a contratar como servidores públicos, así es, leyó bien: contratar. Sin embargo, una vez concluido el periodo de elecciones, los contratados deben ejercer su oficio en beneficio de todos, y no solo de sus simpatizantes. Por ello, mimar a quienes les aplauden y desdeñar o lanzar vituperios contra quienes no coinciden con ellos, desnuda la naturaleza de sus “formas”.
Poco antes de que comenzaran a ejercer sus funciones los diputados federales actuales, me atreví a asegurar que el verdadero y único ganador de aquella contienda se llama Andrés Manuel López Obrador -hoy lo reitero-, declaración que “lastimó” la susceptibilidad de un candidato electo, quien sigue siendo un desconocido para muchos hoy en día. No mentí entonces, ni lo hago ahora, tampoco se trata de un asunto subjetivo, sino de una realidad política.
Menciono tal anécdota porque el ahora diputado se ofendió tanto que me retiró hasta el saludo, aunque, insisto, no falté -ni falto- a la verdad, el gran vencedor en Baja California y en el país entero, fue el presidente López; mientras, el referido dejó muy en claro cuál es su estatura política o como dirían, haciendo honor a los dichos populares, parece jarrito de Tlaquepaque.
Meses después, durante el proceso electoral para elegir a los representantes locales, las estadísticas dejaron en claro que ausencia de Andrés Manuel en las papeletas electorales diluyó el sentido del voto hacia el actual partido oficial. Por lo tanto, y en estricto sentido, MORENA no gana y sus candidatos no arrasan; quien sí gana, despacha en Palacio Nacional. Y, ¿qué creen? Si el principio de no reelección se conserva intacto, el tabasqueño no volverá a aparecer en las boletas.
Post Scriptum. «Y como habla el politiquero cuando le clava el diente al jamón»: El Jaleo (canción cubana).
* El autor cuenta con una maestría en Comunicación Estratégica y es doctorando en Derecho Electoral.
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