Resulta sorprendente (por llamarlo de alguna manera) el nivel de desperdicio del Presidente López al dilapidar el bono democrático con el que llegó al poder.

Me explico:

AMLO PUDO SER un constructor del futuro, pero DECIDIÓ SER un destructor del pasado y del presente. Arrasó con importantísimas obras e instituciones públicas sin reparo alguno. Tenía que demostrar, como pandillero, quién manda en el barrio. El futuro, según su visión, puede esperar. Para él, lo importante no es el aeropuerto; tampoco la refinería de Dos Bocas o el Tren Maya. Lo trascendente para él es que se haga su voluntad. Así de simple y así de grave.

El Presidente López PUDO SER un convocante a la concordia nacional, a la unidad de los mexicanos para construir las mejores causas comunes. Contrariamente, DECIDIÓ SER un permanente líder de la división entre mexicanos. La diatriba; la burla; la crítica mordaz; el insulto y las veladas amenazas han sido sus divisas discursivas con las que polariza constantemente a la sociedad mexicana.

PUDO SER un Presidente que recuperara (con planes y acciones concretos) la confianza ciudadana en el tema de la inseguridad pública, pero DECIDIÓ SER quien banalizó el tema. El Presidente López ofreció «abrazos, no balazos» a los criminales. Les ha pedido, (dulcemente, una y otra vez) «portarse bien». Se dirige a ellos como predicador, como pastor a su rebaño, no como máximo responsable de la seguridad pública nacional. AMLO cree (absurdamente), que los sicarios son resultado del neoliberalismo. Argumenta (ingenuamente) que si atiende las causas de la pobreza, los gatilleros dejaran las armas y abandonarán sus actividades delictivas. AMLO PUDO SER un estratega contra la criminalidad, pero DECIDIÓ SER quien claudicó frente a la mafia organizada. Las escandalosas cifras de homicidios son ya inocultables, aunque el Presidente López lo niegue.

Como máximo representante del Estado Mexicano, AMLO PUDO SER un interlocutor global, un presidente proactivo en los más diversos foros internacionales. DECIDIÓ SER TODO LO CONTRARIO: canceló toda la participación presidencial de México en el mundo. No se ha reunido ni con Trump, presidente de la nación que es nuestro principal socio comercial. El cree que esas visitas con sus pares de otras naciones son parte de los rituales de ese neoliberalismo que tanto aborrece. AMLO siente que ya pasó a la historia por haber traído a Evo Morales. AMLO es un aldeano que no entiende la importancia global en el futuro económico del país. Además de lo anterior, ha eliminado las instituciones dedicadas a la promoción de inversiones en México. Los resultados ya son patentes.

Su personalísima paranoia (que no es locura, pero sí enfermedad) genera una permanente desconfianza del Presidente López frente a todo. En el caso de los organismos autónomos (muchos de ellos, vitales para la vida democrática de México) y también en su relación con los otros poderes, AMLO PUDO SER quien fortaleciera estas instituciones, pero DECIDIÓ SER quien acabara con su independencia, a fin de controlarlas con fines políticos. Las permanentes intromisiones del Presidente López en la Suprema Corte; las veladas amenazas de AMLO y MORENA al Instituto Nacional Electoral (INE) y la vergonzosa elección de una militante de su partido como Presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), son muestra clara de ello.

AMLO PUDO SER un mandatario que diera ejemplo histórico en materia de transparencia. Contrario a ello, DECIDIÓ SER el rey de la opacidad nacional. Basta con decir a sus detractores «yo tengo otros datos» y al carajo.

PUDO SER un Presidente congruente que (privilegiando su reiterada frase de «Primero los pobres») hubiera fortalecido y acrecentado las instituciones dedicadas al combate a la pobreza. DECIDIÓ SER lo contrario, al eliminar instituciones y programas probados para esos fines, a fin de establecer entregas directas de dineros a los pobres con fines políticos.

El Presidente López PUDO SER un gobernante sensato, pero DECIDIÓ SER rehén voluntario de sus propios delirios de su grandeza, por un lado, y de su paranoia, por el otro.

A un año de su arribo al poder, es claro el camino que PUDO SER Y NO FUE. Ya no hay duda del locuaz perfil de quien ostenta el Poder Ejecutivo Federal; de su nulo apego a la legalidad y a la democracia.

Toca ahora (sí, desde ahora) a los mexicanos defender nuestra democracia y las instituciones que la hacen posible. De ello depende el futuro. No es broma.

Tocará a los mexicanos votar masivamente en las próximas elecciones intermedias del 2021 para arrebatarle la mayoría legislativa al Presidente López y a su partido. Igualmente deberemos hacerlo en 2024 para dar nuestra confianza y voto al próximo Presidente de la República.

QUE QUEDE CLARO: SI SE PUDO SACAR AL PRI DE LOS PINOS (DESPUÉS DE 70 AÑOS), SACAR A MORENA DE PALACIO NACIONAL NO ES PROBLEMA.

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#AsíNoAMLO

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