Alguien definía a la UNAM como una institución que tenía desde secundaria hasta posdoctorado y mientras alguien luchaba para ganarse el Premio Nobel, alguien aprendía a hacer una bomba.
La primera y más distinguida universidad del país ha sido un gran centro de difusión de ideas, ahí han convivido y conviven los comunistas con los Legionarios de Cristo, tal vez por eso es un gran centro de debate, aunque no siempre de tolerancia. Yo sufrí la persecución despiadada de un miembro del Opus Dei y de un trotskofascista, atraje a dos versiones de la derecha en mi contra.
Como todas las instituciones en su interior hay funcionarios comprensivos que conviven con los represivos, hay profesores que cambian calificación por favores sexuales y quienes llevan de la mano a sus estudiantes hasta lograr doctorados destacados. Colaboro con un gran grupo de académicos de Geografía que han logrado magníficos doctorados.
De alguna manera la UNAM es el reflejo de una sociedad muy compleja, pedirle que deje de serlo y se convierta en la república ideal de un solo grupo, además de que es imposible aislarla, tratar de hacerlo conlleva el riesgo de destruir la pluralidad que se ha gestado en su seno. El reto es asegurar un espacio de convivencia de las ideas y la libertad para que se expresen, sin violentar la libertad de nadie.
La UNAM para efectos reales es una suerte de ministerio de educación superior, bajo su ala crecen las capacidades académicas de las universidades estatales y ella incorpora a muchos bachilleratos y universidades. Su presupuesto es superior al de varios estados de la República. En la UNAM se concentra el grueso de la investigación científica del país y de ahí salen muchas de las publicaciones citadas o se realizan investigaciones de importancia fundamental para el país y para el avance de la ciencia.
Y tal vez por su importancia es que es un bocado apetitoso. Los mezquinos quisieran tener la posibilidad de manejar ese gran presupuesto para enriquecerse. Los ambiciosos quisieran manejar ese gran aparato para asaltar el poder, ahí está la historia de Narro. Y todo aquel que quiera asaltar a la universidad para saciar su apetito solamente logrará dañar al gran centro de inteligencia del país (que no crean mis amigos de otras grandes universidades que los hago menos).
Esto me lleva al movimiento feminista que tiene cerradas tres escuelas de la UNAM con una demanda correcta y una postura insensata.
Hay que luchar en todos los espacios en contra del machismo y el abuso sexual. Es totalmente inaceptable que maestros(as) abusen de su poder en contra de estudiantes y mucho menos que se asesine a mujeres, una sola asesinada es demasiado.
Hay que combatir la cultura que tolera el abuso, pero hacerlo en el marco de la ley. Maestros(as) abusadores deben ser denunciados penalmente para que se proceda legalmente en contra de ellos y la UNAM debe actuar de acuerdo a sus marcos legales, ni más ni menos. Es totalmente inaceptable que en nombre de la justicia o para satisfacer demandas políticas se violente el debido proceso y se afecten los derechos de acusadoras y acusados. El respeto y la defensa del Estado de Derecho es fundamental en ésta y todas las circunstancias.
Las mujeres que tomaron las escuelas han ganado una gran batalla. Han elevado la visibilidad del debate y la obligación para luchar contra el machismo, sexismo y el abuso de poder. Pero han llegado a un punto de inflexión en el cual es anti-democrático mantener una postura intransigente que se niega a abrir escuelas a cambio de una agenda política que va cambiando. En una votación en la Prepa 9, más del 60% estuvo de acuerdo en abrir la escuela y padres de familia y estudiantes han intentado retomar la escuela.
La intransigencia mostrada parecería buscar la cabeza del rector, ya lo han manifestado, pero la UNAM es mucho más que Graue y motivar inestabilidad es insensato. La caída del rector no resolvería los problemas de fondo, porque quién llegue tendrá que enfrentar a esa cultura que debemos derrotar en pos de la igualdad y la justicia.
La normalización es clave para consolidar las conquistas y seguir trabajando por una sociedad más sana.