Obras de caballete de dos artistas que participaron de manera destacada en el movimiento muralista mexicano, que dominó el panorama artístico del país durante la primera mitad del siglo XX, expone el Centro Cultural Tijuana, organismo de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.
Se trata de Rina Lazo y Fanny Rabel, cuyas obras forman parte de la exposición “Coleccionismo en la plástica mexicana. Colección Ayala-Muñiz”, alojada en la Sala 2 de El Cubo, que reúne piezas de grandes representantes del arte mexicano del siglo XX que han pasado a formar parte del acervo del CECUT.
Inaugurada a finales de octubre pasado, la exposición reúne casi medio centenar de obras de grandes artistas, entre quienes figuran las mencionadas Lazo y Rabel, junto con otras destacadas pintoras mexicanas como María Izquierdo, Sofía Bassi y Carmen Parra, además de otra veintena de artistas.
Importa hoy remarcar la presencia de Lazo y Rabel, porque a la par de su extensa obra de caballete, ambas se distinguieron por haber ejercido dentro del movimiento muralista al igual que un nutrido grupo de mujeres.
Las obras murales realizadas por mujeres, tanto mexicanas como extranjeras, son vastas, pero poco se ha habla de ello, pues el muralismo en nuestro país tiene una identidad marcada por la influencia e impacto del trabajo de quienes son considerados “los tres grandes del muralismo”: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.
Sin embargo, más allá de esa narrativa existe una obra diversa de mujeres mexicanas y extranjeras que reflejaron en sus obras la preocupación social que marcó la época y la generación de creadores a la que pertenecieron.
Dos de esas pintoras que practicaron de lleno el muralismo son, precisamente, Rina Lazo (1923-2019) y Fanny Rabel (1922-2008), de quienes el CECUT expone una mínima parte de su trabajo.
De Rina Lazo, fallecida en diciembre pasado a los 96 años, considerada la última muralista, puede admirarse “Paisaje orientalista”, acuarela sobre papel, pintada con pinceladas suaves y colores tenues, en los que predominan los tonos lechosos, que muestran cumbres tan elevadas que una suerte de nubes bajas figura en la base de una sucesión de cerros que parecen formar una cordillera. Por la forma en que está compuesta, da la impresión de que la artista hubiera pintado este paisaje montañés desde un punto aún más elevado, de tal forma que la obra transmite la sensación de serenidad y altitud, en el que todo parece impregnado de quietud.
Originaria de Guatemala, Lazo arribó en 1946 a México, donde fue asistente de Diego Rivera, con quien trabajó en el icónico mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” (1947). Algunas de sus obras murales son “El agua, origen de la vida sobre la tierra” (1951), ubicada en el Cárcamo de Dolores en Chapultepec; “La universidad, la familia y el deporte en México” (1952), plasmada en el Estadio Olímpico Universitario; “El pueblo en demanda de salud” (1953), localizado en el Hospital La Raza; y “La gloriosa victoria” (1954) en el Palacio Nacional de la Cultura de Guatemala, entre otras.
De Fanny Rabel, artista de origen polaco, quien se desarrolló en la pintura de caballete, el grabado, la escenografía y la pintura mural, el CECUT exhibe dos obras: “Retrato de niño”, lápiz sobre papel de 1973, que pinta a un infante cuyo semblante melancólico mira de frente al espectador; la otra pieza, titulada “Girl in ghetto” de 1942 está dotada de mayor dramatismo y es una clara alusión a la guerra, de la que la autora salió huyendo de Europa, que muestra a una niña de aspecto triste que mira abatida hacia el piso donde yace una muñeca rota, símbolo de los sueños infantiles destruidos por el conflicto bélico representado por un incendio que devora al fondo una hilera de edificios.
Discípula de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Frida Kahlo, Fanny Rabel formó parte de Los Fridos y también trabajó varios murales, algunos de los cuales son “Alfabetización” (1952), pintado en Coyoacán y actualmente desaparecido, y “Sobrevivencia de un pueblo por su espíritu” (1957) localizado en el Centro Deportivo Israelita de la Ciudad de México.
Además de Lazo y Rabel, entre las artistas que se adhirieron a la Escuela Mexicana de Pintura figuraron también Aurora Reyes (1908-1985), considerada la primera mujer muralista de México, además de ser escritora, activista política y maestra; Elena Huerta (1908-1997), autora del mural más grande hecho por una mujer en México, un trabajo de 450 metros cuadrados ubicado en Saltillo, Coahuila; Marion Greenwood, de origen estadounidense, quien aprendió la técnica del fresco con el pintor Pablo O’Higgins, y su hermana Grace, quien fungió como asistente de ella.
Otras mujeres muralistas destacadas fueron Electa Arenal (1935-1969), quien colaboró con Diego Rivera en los murales exteriores del Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria, formó parte del Taller Escuela Siqueiros y participó en la realización de los murales del Polyforum Cultural Siqueiros y de la Sala de la Revolución del Museo Nacional de Historia; Aurora Reyes (1908-1985), autora del célebre mural “Atentado a las maestras rurales” (1936), y la británica Violeta Swann (1904-1973), algunas de cuyas obras murales son “Sinfonía cósmica” (1960) y “Las delicias” (1964), esta última creada para el Museo Nacional de Antropología.