Con la llegada de la Navidad, el consumo, así como el empleo, tendrá un fuerte impacto en las economías. Impacto muy necesario en un escenario muy desgastado por la desaceleración y las tensiones políticas.
Llega la Navidad. Las tiendas ya lucen sus escaparates con los artículos navideños, las calles se iluminan con el alumbrado tan característico de estas fiestas, la ilusión de los niños por la llegada de los tan ansiados regalos de Navidad se respira en la calle y los colegios, pendientes de cerrar el trimestre y dar vacaciones a los niños. La Navidad ha llegado, y con ella, como cada fin de año, los comercios se preparan para ese auge de consumo que refuerza el cierre de año con el añadido de ingresos que a estos le repercute.
La Navidad es una festividad que, sea en el lugar que sea, produce un efecto directo en el consumo para la economía. Con la llegada de estos días tan señalados, la gente se echa a las calles, buscando los regalos que acompañarán a todos los familiares en estas fiestas tan especiales; pero no solo hablamos de regalos, pues muchos sectores, entre los que podemos incluir a la hostelería, el transporte, así como otros muchos, se ven beneficiados tanto de forma directa como indirecta. La estacionalidad en el análisis, año tras año, nos deja ese plus que supone la llegada de la Navidad para la economía.
El simple hecho de regresar a casa por Navidad, la cena de empresa, los regalos de Santa Claus, las comidas con familiares y amigos, los encuentros con nuestra gente, todas esas situaciones a las que, evidentemente, acompaña un gasto, son un gran atractivo para nuestra economía. El consumo en las economía desarrolladas tiene un gran aporte al producto interior bruto (PIB), lo que, ante la situación que atraviesa la economía a nivel global, podríamos decir que, este año, estamos ante una Navidad muy esperada por muchos; que buscan acabar el año con un mejor sabor de boca.
Una Navidad muy esperada
La situación que atraviesa la economía en estos momentos, como hemos ido analizando a lo largo del año, ha provocado efectos negativos para muchos países. Los españoles son prudentes cuando hablan de la situación económica del país. De hecho, en lo relativo a la percepción positiva de la situación macroeconómica, muchos consumidores en el planeta están atendiendo a una mayor cautela, reduciendo los niveles de consumo en el mundo. La inestabilidad política y económica influye de forma clara en los consumidores, provocando una menor actividad económica.
Países como Alemania, o México, siguen bordeando la recesión económica; otros como Italia ya cosechan recesiones técnicas en su economía, los crecimientos de aquellas economías más punteras se moderan a niveles muy bajos, mientras que los emergentes experimentan esa reducción que los deja con niveles de crecimiento más propios de economías desarrolladas. En resumen, muchas de las economías que integran la economía global, como calificó el Fondo Monetario Internacional (FMI), se encuentran inmersas en una desaceleración sincronizada.
Desde el FMI se pronosticaba que el 90% de las economías que integran el planeta, en estos momentos, se encuentran sometidas a un ajuste a la baja en los crecimientos, perdiendo parte del dinamismo cosechado durante el ciclo expansivo que ya está madurando. Esto ha provocado que los buenos pronósticos que veíamos al comienzo del año, donde economías como México preveían crecer al 2%, o Estados Unidos, que preveían hacerlo al 3%, ahora, ante el mayor deterioro de la economía, hayan tenido que reajustar a la baja. Moderando, de este modo, las previsiones al 0,2% en el caso de México, así como al 2% en el caso de los Estados Unidos.
Las grandes tensiones que vive el planeta, donde convivimos con fenómenos que no dejan de acechar a la economía —guerra comercial, inacción política, conflictos geopolíticos, Brexit— muestran una coyuntura muy difícil para la economía. La situación ha provocado que muchas empresas, como ya reflejan los indicadores, hayan tenido que reducir sus niveles de producción, reduciendo el consumo, paralizando parte de la actividad económica por la incertidumbre, provocando un menor crecimiento en la creación de empleo, así como destruyendo el excedente en aquellos sectores más afectados. Muchos efectos negativos que han derivado de una mala situación que no deja de ahogar a la economía, apagándola con el paso de los meses.
Sin embargo, situaciones como la Navidad son momentos donde la economía, debido a la estacionalidad, entra en un oasis de actividad económica, impulsada por el consumo y toda la actividad derivada de esto. Una actividad que provoca la creación de empleo en determinados sectores, reforzando las plantillas para el consumo navideño; una actividad que impulsa el gasto de los hogares en muchos de los sectores que más han sufrido estos meses atrás; una actividad que aumenta la producción ante la necesidad de stock para las fiestas; una actividad que, en resumen, dota de un soplo de aire fresco a una economía que, como veíamos anteriormente, se muestra bastante pesimista.
Un soplo de aire fresco para la economía
Un estudio de la consultora Deloitte –big four-, en el que evaluaba las previsiones de consumo para España en la Navidad del año pasado, mostraba cómo los españoles, en la época navideña, preveían gastar, de media, un salario mínimo interprofesional (SMI) —en aquel entonces de 700 euros— durante la festividad. Un gasto que, como indica el informe realizado durante este año, rondará los 554€, lo que le sitúa a un nivel similar, incluso superior, del real registrado durante el año pasado. Un escenario que, ya de entrada, promete bastante para la economía y, sobre todo, para el comercio.
De acuerdo con el informe, de media, el 67% de los europeos considera que posee la misma, o más, capacidad para el consumo este año, en contraste con el año pasado. A su vez, el 53% de los mismos cree que la economía se mantendrá estable en el próximo año, lo que les lleva a mantener sus decisiones de consumo. Como decía, ya de entrada existe un mayor optimismo para que el consumo se dispare con la llegada de la Navidad. Un consumo que, como era de esperar, no solo mejorará el ingreso derivado de ese aumento, sino que impulsará el empleo en aquellos sectores más relacionados con el retail y con los sectores más relacionados al consumo de ocio, accesorios, textil, juguetes, electrodomésticos, y todos aquellos que, por razones obvias, poseen una estrecha relación con la época navideña.
Y es que, grandes cadenas de consumo a nivel global pretenden impulsar la creación de empleo y reforzar sus plantillas para prepararse para la época navideña. De acuerdo con las publicaciones que hace Amazon España, la multinacional pretende crear, solo en España, cerca de 4.500 empleos para la temporada navideña. Otras cadenas de consumo como son la francesa Carrefour, la alemana Media Markt o la sueca Ikea, pretenden crear más de 25.000 empleos, solo en España, durante la época navideña.
De acuerdo con la patronal del sector de las agencias de empleo temporal, se pretende que, para esta Navidad, en España se generen más de 1,1 millones de contratos. Es decir, en una situación en la que no aumentase el desempleo, España acabaría con el 30%, aproximadamente, del desempleo en el país. Evidentemente esto no ocurre, pero podemos hacernos una idea de la magnitud de la creación de empleo en fechas navideñas.
Como vemos, la época navideña supone un fuerte impulso para el empleo y el consumo. Una época navideña que, como decimos, supondrá un soplo de aire fresco para las economías, las cuales atraviesan una situación complicada en estos momentos. Una situación complicada que tendremos que afrontar de igual forma, pero que pospondremos a enero, dado el efecto navideño, el cual no solo traerá ilusiones a los niños, sino que también aportará luz a aquellos más perjudicados que, pese a ser un empleo temporal, podrán contar con la oportunidad de obtener ingresos en unas fechas tan señaladas como las que se esperan. En conclusión, el espíritu navideño sigue vivo, al menos para la economía.