Antier fue un gran día para los que estamos a favor del libre comercio. Vimos a un Presidente de izquierda atestiguar la firma de las adiciones del nuevo Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) que sustituirá al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). No es poca cosa. Estamos hablando del espaldarazo de Andrés Manuel López Obrador a la joya de la corona de las políticas neoliberales: la apertura comercial.
Y es que López Obrador no es nada tonto. Al revés, es tremendamente vivo. Sabe del éxito que ha significado para los productores y consumidores mexicanos el TLCAN que convirtió a México en una potencia exportadora, la única de América Latina. Para el Presidente, era prioritario desatorar el T-MEC y seguir así con el gran dinamismo en el sector exportador. En este tema, más que ser ideológico, el Presidente ha sido muy pragmático. Ahí queda, para la historia, la firma, en Palacio Nacional, de los tres jefes negociadores –Robert Lighthizer (EU), Jesús Seade (México) y Chrystia Freeland (Canadá)– con López Obrador como testigo del evento.
Puede que haya muchas diferencias políticas en México. Puede que estemos polarizados en diversos asuntos. Pero hay un tema que causa consenso: el libre comercio y el tratado con nuestros vecinos del norte. Muy importante, en este sentido, la presencia ayer, en Palacio Nacional, de representantes de todos los grupos parlamentarios del Senado mexicano. Unidad en torno a la apertura comercial demostrando que se trata de una política de Estado.
En los próximos días, habrá que revisar la letra chiquita de las adiciones para ver qué tanto cedió el gobierno mexicano para lograr que los demócratas votaran a favor del nuevo tratado en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Lo importante, sin embargo, es que se llegó a un acuerdo y seguiremos por el camino de la integración económica de América del Norte. Esto es muy importante porque, como he dicho en este espacio, el tratado comercial de nuestra región ha sido un contrapeso para los gobiernos mexicanos. Al fin y al cabo estamos hablando de reglas acordadas que aplican a una buena parte de la economía nacional. Los presidentes no pueden extralimitarse en su poder porque contravendrían las disposiciones contenidas en el tratado. Bueno, pues ahora eso mismo le ocurrirá a un presidente, López Obrador, que en otros ámbitos ha concentrado el poder en su persona. Imposible pensar, en este sentido, que México pueda convertirse en otro Venezuela por la existencia misma del tratado comercial.
Lo de ayer fue un paso muy importante, pero todavía no se llega a la meta en el T-MEC. Falta la aprobación del documento originalmente negociado, más el adéndum, por parte de los poderes legislativos en los tres países. Se da por descontado que pasarán en el Senado mexicano y el Parlamento canadiense. Con las adiciones firmadas ayer, también se prevé que la Cámara de Representantes en Estados Unidos, de mayoría demócrata, también apruebe el tratado. La líder en ese órgano legislativo, Nancy Pelosi, ya declaró que el T-MEC es mejor que el TLCAN y que su partido está listo para apoyarlo en la Cámara baja.
Esto el mismo día en que los representantes demócratas publicaron los cargos para iniciar el juicio de destitución (impeachment) contra el presidente Trump. A Pelosi y compañía les conviene pasar el T-MEC, tan pronto como la semana que viene, para mandar el mensaje de que en algunos asuntos importantes apoyan al Presidente, pero también lo van a enjuiciar por abusar de su poder.
A escena entra, entonces, el Senado que deberá juzgar al Presidente. Ahí los republicanos tienen mayoría. Y su líder, Mitch McConnell ha dicho que, a diferencia de los representantes, los senadores no van a aprobar el T-MEC este año. “Eso sucederá, con toda probabilidad, justo después de que termine el juicio en el Senado”. Así que primero irá el impeachment de Trump y luego el T-MEC.
Todo indica, entonces, que la aprobación del nuevo tratado no ocurrirá este año, sino el que viene. En este sentido, el T-MEC seguirá atrapado por la lógica política-electoral en EU. Celebremos, pues, lo de ayer. Fue un gran día. Pero seamos cautos porque, como decía Yogi Berra, “esto no se acaba hasta que se acaba”.
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