El columnista que escribe estas líneas no creía conveniente el incremento del salario mínimo. Fiel a la ortodoxia económica, pensaba que esto generaría presiones inflacionarias. Al respecto, debatió ampliamente con Salomón Chertorivski, experto en políticas públicas, quien creía lo contrario. Faltaba, sin embargo, un estudio que demostrara empíricamente quién tenía la razón.
En 2014, Chertorivski, junto con un nutrido grupo de autoridades en la materia, publicaron el documento Política de recuperación del salario mínimo en México y en el Distrito Federal.
El que escribe estas líneas leyó esta sólida investigación basada en argumentos y datos. Me convenció. Cambié mi postura porque, como sugiere Kant, “el sabio puede cambiar de opinión; el necio, nunca”.
El año pasado, el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador, con el apoyo de sindicatos y empresarios, aumentó los salarios mínimos de manera considerable. En 2018 se pagaban $88.36 pesos por día. En 2019 se incrementó a $102.68, un aumento de 16.2 por ciento. En la frontera norte, el incremento fue mayor: se duplicó a $176.73 pesos. ¿Y cómo le fue a la inflación? Hoy está en menos de 3% anual, el objetivo del Banco de México.
¿Qué me convenció a que era posible subir el salario mínimo sin generar inflación?
Primero, el universo de trabajadores que todavía percibían un salario mínimo. De acuerdo a las cifras del Inegi, Coneval y STPS, casi 10 millones de trabajadores todavía percibían un minisalario hace cinco años: “siete millones, incluyendo a la economía informal, y dos millones 948 mil remunerados en la economía formal”.
Algunos de estos trabajadores en realidad ganaban más. Un ejemplo eran los meseros a los que los dueños les pagaban un salario mínimo que complementaban con el ingreso de sus propinas.
No obstante, el hecho es que existían muchas personas que trabajaban ocho horas diarias y, sin embargo, su salario ni siquiera alcanzaba para rebasar la línea de pobreza. La conclusión era devastadora: “el mercado de trabajo se ha convertido en una de las principales fuentes de pobreza y desigualdad en nuestro país”.
Segundo, el documento demostraba que los salarios mínimos se habían desvinculado de la productividad laboral. Mientras que ésta había avanzado en el sector formal, aquéllos habían retrocedido en términos reales. Ergo, era posible aumentar los salarios sin que hubiera efectos inflacionarios.
Pero existía un problema. Desde las crisis de los ochenta y noventa, cuando se destapó la inflación en México, se utilizó el salario mínimo como referencia para muchas cosas que no tenían que ver con el mercado laboral. Las multas, por ejemplo. En este sentido, si aumentaban los minisalarios, de inmediato subían otros precios de la economía potencialmente causando más inflación. El primer paso era desvincularlos como unidad de cuenta utilizada para múltiples propósitos. Esto ocurrió en 2016 cuando el Congreso sustituyó los salarios mínimos por la Unidad de Medida y Actualización.
La segunda sucedió a finales de 2017 cuando el salario mínimo subió un 10.4%, el mayor aumento desde 1998. Se colocó en 88.36 pesos por día rebasando, por primera ocasión, la línea de la pobreza, tal y como había sugerido el documento Política de recuperación del salario mínimo.
Este mismo reporte decía que había que llevar el salario mínimo diario a 171.03 pesos para alcanzar la llamada “canasta ampliada”, que incluye una canasta alimentaria básica y una no alimentaria con productos como transporte, educación y vivienda. Esto lo decían en 2014. Traídos a hoy, tomando en cuenta la inflación, el salario mínimo debería rondar los 200 pesos por día. El incremento del año pasado los llevó a la mitad de este nivel en toda la República, salvo en la frontera norte, donde el nuevo salario se acercó a esos 200 pesos diarios.
En una economía de mercado, los salarios deben determinarse por la productividad laboral y la oferta y demanda de trabajadores. No obstante, la realidad es que el salario mínimo en México se había rezagado por motivos políticos. Bueno, pues ahora, con voluntad política, se está corrigiendo este rezago.
Esta semana, el gobierno de López Obrador anunció un nuevo incremento importante de los salarios mínimos. A partir de 2020 tendrá un aumento del 20%: pasará de 102.68 a 123.22 pesos diarios. Para la frontera el incremento será de 5% para pasar de 176.73 a 185.56 pesos diarios. Felicitaciones a todos aquellos que hicieron posible estos aumentos por dos años consecutivos. Aplauso.
Twitter: @leozuckermann