Un toque elegante de la Europa histórica hizo de cada momento de mi estancia en el icónico Fairmont Le Château Frontenac de Quebec City una experiencia sensorial inolvidable.
Sacado directamente de un libro de fantasía, Le Château Frontenac ha sido la encarnación de un sueño desde fines del siglo XIX, cuando William Van Horne, gerente general del ferrocarril Canadian Pacific, contrató los servicios del arquitecto neoyorquino Bruce Price, quien ya había diseñado la estación Windsor de Montreal, para construir la escala ideal para sus pasajeros. Basándose en los estilos arquitectónicos de la Edad Media y el Renacimiento, Price inmortalizó la historia de las dos grandes potencias que habían ocupado el mayor promontorio de la ciudad de Quebec en Canadá. El resultado fue magia.
Un portal al pasado de esta fascinante ciudad, es un mundo de lujo y elegancia clásica que nos transporta a una realidad alterna, a un universo fantástico donde la magia forma parte de nuestra experiencia y juega con nuestros sentidos.
El hotel le debe su nombre a un extravagante gobernador francés llamado Louis de Buade, conde de Frontenac, que guió el destino de Nueva Francia de 1672 a 1698. El escudo de armas de Frontenac se puede ver en la pared exterior del arco de entrada y en muchas otras áreas dentro del hotel.
Fairmont Le Château Frontenac es ahora un edén idealmente ubicado dentro de los muros del Viejo Quebec. La historia marca una larga línea arquitectónica: una piedra de 300 años con el emblema de la Cruz de Malta se encuentra entre las piedras interiores del vestíbulo abovedado del hotel.
Innumerables personalidades han honrado a Fairmont Le Château Frontenac con su presencia. En total, cada década traía al Château Frontenac su parte de mecenas prestigiosos. Aquí los Aliados de la Segunda Guerra Mundial se reunieron durante la Primera y Segunda Conferencia de Quebec. Durante estas conferencias, funcionarios como el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, el primer ministro británico Winston Churchill y el primer ministro canadiense William Lyon Mackenzie King, discutieron la estrategia para la Segunda Guerra Mundial.
La ciudad de Quebec es uno de los asentamientos europeos más antiguos de América del Norte y la única ciudad fortificada al norte de México cuyos muros aún existen. Desde el castillo, con sus impresionantes vistas del río San Lorenzo y la arquitectura de la antigua ciudad fortificada, designada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Quebec City nos transporta a una realidad alterna, a un universo fantástico donde la magia forma parte de nuestra experiencia y juega con nuestros sentidos.
Imponente y deslumbrante, este ícono de la ciudad me hizo sentir como realeza, disfrutando del lujo de Fairmont y sumergiéndome en la historia de Canadá.