Recordamos con los sentidos, con sabores y con aromas, que nos transportan a lugares que nos dejan su huella en el corazón. La DOCa Rioja es uno de esos destinos que se graban muy profundo y que se vuelven parte de nuestra vida, las amistades que se forjan en sus hermosos parajes y el sabor de su cultura, se queda ligada en la memoria y nos roba una sonrisa cuando pensamos en ella.
Cuando bebemos vinos riojanos se nos vienen a la mente los tiempos pasados, pero también el presente y las visiones del futuro. Son vinos con los que podemos probar la deliciosa cultura riojana, que nos llevan en un viaje sensorial a descubrimos sus paisajes encantadores, y son el pretexto para probar su deliciosa gastronomía.
Los vinos blancos de la D.OCa Rioja, elaborados con sus variedades autóctonas, nos recuerdan al sabor sutil y delicado de su crianza en barrica. Son vinos que merecen ser, al igual que los tintos, decantados y bebidos en la cristalería Riedel, la única adecuada para despertar sus notas frutales y florales. Son vinos con una personalidad sorprendente que dejan al paladar saciado, y cuya suavidad los convierte en compañeros infalibles para una reunión con amigos.
Sus destellos abarcan matices desde el amarillo, pasando por los verde y algunos más rosados, y nos alegran la vista e inspiran grandes momentos. A estos vinos se les asocia con la frescura y jovialidad, pero también se añejan en barrica para obtener aromas y sabores más intensos.
Ya sea que se trate de un vino blanco con aromas frutales, o uno más seco con tonos de hierbas y con toques de limón, los vinos blancos riojanos son ideales compañeros para regar una buena comida. Ya sea platillos picantes, mariscos, carnes blancas o pastas, el sabor de estos riojanos nos traen en cada sorbo el sabor de un grato momento pasado.
Al probarlos, los vinos blancos nos recuerdan las vistas al horizonte riojano con los tintes verdosos de los viñedos, donde se aprecian las motas verdes, rojas y violáceas de los racimos de uvas. Es la piel de las uvas la que le da al vino su color característico, pues una vez que es separada de la pulpa se macera, logrando que se difunda en el mosto, que no es sino el jugo de la uva que se convertirá en vino. Los vinos blancos riojanos se elaboran con uvas viura, malvasía, garnacha blanca, tempranillo blanco, Maturana blanca, turruntés, chardonnay, sauvignon blanc y verdejo.
Conocer sobre vinos riojanos y poseer alguna de sus botellas excepcionales, envuelve a las personas de un halo de elegancia y buen gusto. Beber las creaciones de la D.O.Ca Rioja es un placer líquido que nos llena el paladar de sensaciones, y el corazón de recuerdos.
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