Aquí huele a prehistoria…
No hablaré de las milenarias Pinturas Rupestres de este bello sitio, nos enfocaremos por ahora en algo que consideramos trascendental aparte de su historia, y que es su localización geográfica y población que habita hoy día San Francisco de la Sierra, una de las regiones más bellas y prístinas del mundo.
La belleza de esta región es única, desde sus climas extremos, su línea de horizonte, su flora y fauna endémica, su topografía, su silencio, su población, los colores de sus desiertos y mares, así como la altitud la cual se puede observar el Golfo de California y el Océano Pacífico y sobre todo: Su historia.
Aquí huele a prehistoria, se puede sentir la prehistoria y la historia de ese México profundo, milenario y olvidado. Podría decir, que en este rincón se puede sentir aun, esa Antigua California, esa verdadera tierra que no es ni California, ni Baja California Norte y ni Baja California Sur, simplemente la Antigua California, esa isla mítica.
Ubicado en La Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, al norte; Guerrero Negro y al sur; San Ignacio. La Sierra de San Francisco fue habitada por los indígenas Cochimíes, y en el siglo XVIII, fue invadido por los misioneros españoles que exploraban la península de Baja California. Los primeros registros del área datan de 1789 en los escritos del jesuita Francisco Javier Clavijero.
La transmisión de generación en generación de la historia de este bello paraje, cuenta que el rancho San Francisco de la Sierra fue fundado por el Sr. Buenaventura Arce el 12 de diciembre de 1857, que hoy en día se dice, el 100% de su población tiene apellido Arce y que son aproximadamente unos 100 habitantes, según, uno de sus habitantes.
El arte rupestre de la Sierra de San Francisco, llamada del tipo “Gran Mural”, se desarrolló a lo largo de milenios y muestran como en todas las grandes y antiguas culturas, su cosmogonía, sus procesos iniciáticos y su conexión a la mecánica celeste y medio que los rodeaba; estas pinturas se ubican con una antigüedad de por lo menos 7500 años A.C., lo que hizo ganarse su denominación en 1993 como Sitio Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La existencia de una pequeña capilla temporal fundada en la parte más alta de estas montañas y que estaba bajo la jurisdicción de la Misión Jesuita de San Ignacio Kadakamaang, es parte de ese místico pueblo.
Actualmente no hay indígenas en el área, muchos investigadores, han considerado que los actuales pobladores son los sobrevivientes del último grupo local pertenecientes a los Cochimíes.
Es un área en el que se han localizado más de 300 sitios arqueológicos considerados de gran importancia, por los peculiares rasgos de sus pinturas y grabados.
Fotografías: Moisés Fco. López Smith