Este tipo de eventos cósmicos nos alegran la existencia porque, de entrada, inspiran las metáforas más poéticas sobre nuestras vidas. El solsticio de verano nos da, por ejemplo, material para imaginar qué significa un día de nuestro año, el día más largo, el día con más luz.
Pero más allá de las metáforas new age, eventos como el solsticio de verano –el día para aprovechar durante más tiempo la luz del sol– hacen pensar en lo valioso (y caro) que se ha vuelto el tiempo últimamente, invitándonos, de paso, a entender la importancia de valorar un minuto de más luz en nuestra realidad.
Un poco de contexto astronómico sobre el solsticio de verano
Este viernes 21 de junio del 2019 a las 10:55 hrs de la Ciudad de México comienza el solsticio de verano en el hemisferio norte, un pretexto para salir a contemplar la tarde en el día más largo del año. Con una duración del día de 13 horas y 23 minutos, se trata del momento en que el sol alcanzará su más alto grado de declinación norte (+23º 27’), lo cual marca el día más largo y luminoso del año en el norte y la noche más larga en el sur.
A este solsticio se le atribuye también la entrada del sol a la constelación de Cáncer. Tanto el trópico de Cáncer como el trópico de Capricornio tienen una relación directa con el solsticio de verano, pues ambos son la línea imaginaria en la Tierra en la que los rayos del sol son completamente verticales en el instante del solsticio, es decir, cuando el sol se encontrará exactamente en el centro de la esfera y, por lo tanto, la sombra de cualquier objeto tendrá la componente longitudinal nula en dicha línea.
¿Y qué se sabe de los mitos y rituales sobre el solsticio de verano?
Esta fecha es considerada el día de máxima energía, de esplendor de la naturaleza. Hay culturas y antiguas civilizaciones que festejaban este día debido a su asociación con la fertilidad, la cosecha, la fruición de siembra y el cénit de la vida espiritual. Curiosamente, este día se entrelaza con las celebraciones paganas del Midsummer y la fiesta de San Juan, las cuales se realizan mediante un rito para “dar más fuerza al sol” mediante hogueras. Simbólicamente, en estas fiestas el fuego tiene una función de purificación en las personas que lo contemplan.
Conservar y maximizar la energía del sol no sólo permite eficientar los procesos de agricultura, sino que también se mejoran los ciclos de sueño y de estabilidad emocional. En otras palabras, es una oportunidad para ser conscientes de las fuerzas entre la naturaleza y la humanidad, el cosmos y la vida.
De manera que el solsticio de verano es un pretexto para invocar los mitos, y que éstos a su vez despierten la inspiración que siempre hace falta; inspiración para sentir que podemos estabilizar la energía, para dar la bienvenida a las cosechas personales y metafóricas, para entender lo valioso que es 1 minuto en medio de la selva de concreto que son las ciudades, o para simplemente salir a disfrutar de la tarde soleada (de esos 25 minutos más de día), pero sobre todo, para darle más fuerza al “sol” de nuestra realidad que, si recordamos unos instantes, lo pintamos nosotros.