Hablando de desaceleración, no estamos solos. Eso, quizá sirva de consuelo para algunos en México: 70% de los países del mundo vive un periodo de enfriamiento económico. En el 2019, siete de cada 10 países vivirán en decrecimiento, de acuerdo con el FMI.
¿Para qué preocuparse por 0.2% o por una nueva ronda de ajustes a la baja al pronóstico del PIB mexicano? Todo depende del color del cristal con el que se mire. Si nos comparamos con Argentina o Venezuela, vamos bien, requetebién. Los argentinos tuvieron un decrecimiento de 5.4% en el primer bimestre del año, con una inflación superior a 50%, Venezuela tendrá un rotundo menos 25% del PIB al final del año, con una inflación de 2 millones 986,295% anualizada. Es líder mundial absoluto en retroceso macroeconómico. El caos político, la corrupción, la migración masiva y la crisis de su industria petrolera explican la caída. En esta década, la república bolivariana ha perdido 60% de su masa económica. Si fuera persona y el PIB fuera estatura, Venezuela habría pasado de ser un gigante de 2 metros a un chaparrín de 1.20.
En el continente, hay historias mucho más felices que las de Argentina y Venezuela. Por ejemplo, las de nuestros socios de la Alianza del Pacífico, que destacan por la consistencia de su marcha económica. Perú lleva 115 meses de crecimiento económico ininterrumpido. Es un caso de éxito económico reciente, a pesar de (o gracias a) tener a todos sus expresidentes acusados por corrupción. Es verdad que el PIB de los andinos es apenas una quinta parte que el mexicano, pero los expertos proyectan que crecerán más del doble que México: de 3.5 a 4 por ciento. Números parecidos a los que se anticipan para Chile y Colombia. Alrededor de 3.5%, para cada uno de ellos. Colombia destaca por la diversificación de su economía. Chile está al pendiente de lo que pasa con China, determinante en el precio del cobre, su principal producto de exportación. Por lo pronto, el dragón está creciendo 6.4% en el primer trimestre.
México tiene una tasa de crecimiento que se parece a la de la zona euro. Allá el promedio está en 0.4%, entre una Italia que entra y sale de la recesión y España que ha crecido casi 3% en promedio desde el 2015.
¿Podemos echar la culpa de la desaceleración mexicana a Estados Unidos? La verdad es que no, a menos que pongamos la agresividad “diplomática” del presidente Trump en la ecuación. La economía de Estados Unidos creció 3.2% en el primer trimestre del año, superando ampliamente los pronósticos de los expertos que esperaban 2.5 por ciento. El incremento del PIB es el mayor desde el 2015 y se produjo, a pesar de que el gobierno estuvo cerrado durante 35 días. Normalmente, un impulso tan fuerte de la economía estadounidense significaría un impulso para la economía mexicana, a través de nuestro sector exportador. Lo cierto es que no está pasando. Hay que poner atención al dato de ventas al exterior de México. En marzo registraron un decrecimiento, el primero desde hace 28 meses. Ahí hay un foco prendido: EU crece pero no “jala” a México. Es un alerta amarilla, que también se ha encendido en Canadá, el otro socio del T-MEC. Ellos tampoco traen problemas de crecimiento. De los últimos cuatro meses, en tres ha tenido PIB negativo. No sé si esto sirva de consuelo, pero hablando de decrecimiento, en América del Norte, tampoco estamos solos.