Entre las mejores cosas de un viaje están las sorpresas, el dejarnos maravillar ante situaciones extraordinarias, aventurarnos hacia lo desconocido y hacerlo parte de nuestro ser. Pero viajar con los ojos cerrados no es aconsejable, siempre hay que partir con conocimiento del lugar, llegar a sitios que además de lindos sean seguros, y que nos dejen recuerdos invaluables.
La manera infalible de tener el viaje ideal, y con la que yo he recorrido los cinco continentes, es con el apoyo de American Express. Desde la planeación, pagar los boletos de avión al mejor costo, escoger los hoteles más lujosos, diseñar un itinerario personalizado, preparar cenas sorpresa en los mejores restaurantes, y hasta con los imprevistos en el destino, su servicio de Concierge es una especie de ángel guardián en la tierra.
La atención impecable del Concierge de American Express me ha ahorrado tiempo y librado de obstáculos a los que tendría que enfrentarme si viajara por mi cuenta, en especial en los países con un idioma tan diferente como Tailandia, China o Corea. Para quienes hemos experimentado de manera personal la eficiencia y cordialidad con la que el Concierge nos resuelve y facilita todo lo que necesitemos durante el viaje, no podemos imaginarnos sin sus servicios.
Pareciera ser que el Concierge es un amigo que conoce nuestros gustos y preferencias, y que hace todo para ahorrarnos tiempo, simplificar y enriquecer nuestra experiencia de vida. No importa cuál sea el destino, el idioma, las costumbres o las divisas, su apoyo es una parte crucial del éxito de las vacaciones.
Además del Concierge, con American Express tengo acceso a las exclusivas y cómodas Salas Centurión del aeropuerto internacional de la Ciudad de México, creadas para brindarnos una experiencia relajante antes de salir de viaje. Son un cómodo y elegante espacio pensado en consentirnos con un delicioso menú creado por el reconocido chef mexicano Enrique Olvera, o con la gran variedad de servicios de spa, y hasta con un rinconcito cómodo y silencioso tomar una merecida siesta. También tienen espacios para mantenerse activo en áreas privadas para realizar juntas, con acceso a internet, servicio telefónico y la privacidad tan anhelada en este mundo en constante movimiento.
Otro de los beneficios que me encanta de mi tarjeta, es que no tengo que avisar al banco que saldré de viaje al extranjero para que autoricen su uso, pues está disponible en todo momento y lista para usar en cualquier del mundo. En los viajes, donde todo es novedoso y fascinante, American Express protege mis compras y además acumulo puntos para canjearlos por fabulosas recompensas.
Con American Express no existe la palabra imposible, no hay lugar inaccesible ni impedimentos para satisfacer nuestros deseos. Basta con que lo deseemos para que haga realidad.
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