Uno de los aspectos que más me rebasan de la estupidez humana es el racismo. ¿Cómo es posible que existan individuos que se sientan superiores solo porque tienen un color de piel distinto? El asunto me irrita y desespera. ¿Acaso no hemos aprendido nada de la historia? ¿Somos tan obtusos?
Increíbles los ataques que ha sufrido Yalitza Aparicio, nominada al Óscar a mejor actriz por su desempeño en la película Roma. Memes, chistes y comentarios, públicos y privados, la han estereotipado como una “india” que no se merece estar en las alturas en que se encuentra. Una ignominia para una mujer que nos cautivó por su actuación excelsa en su ópera prima. Una actriz que, con un talento natural, nos conquistó en la película dirigida por Alfonso Cuarón.
Sergio Goyri, un actorcillo de quinta que ha destacado por sus papeles en los churros que son las telenovelas mexicanas, tildó a Aparicio de “pinche india” que no se merecía la nominación a mejor actriz del Óscar (luego se disculparía frente a la andanada de críticas que recibió). El asunto no pasaría de una simple envidia entre el gremio de los actores. Pero va más allá. Refleja una situación muy real en México: el racismo que viene desde la Colonia y sigue persistiendo en nuestro país.
En 2017, el Inegi publicó un interesante estudio sobre la importancia del color de la piel para la movilidad social en México. Se comprobó, empíricamente, lo que todos sospechábamos: la raza sí importa en las oportunidades para mejorar el nivel de riqueza y bienestar social de una persona.
El Inegi levantó una encuesta con una muestra gigante en casi 32 mil viviendas con representatividad nacional, urbana y rural. En el estudio se aplicó “una escala cromática que incluye una clasificación de color piel, la cual se retomó de la utilizada por el Proyecto sobre Etnicidad y Raza en América Latina. Esta escala cromática incluyó once tonalidades de piel, siendo A el más oscuro y K el más blanco, con el propósito de que el propio entrevistado(a) identificara su color de piel”.
“De las personas que se auto clasificaron en las tonalidades de piel más claras (de la I a la K), solo 10% no cuenta con algún nivel de escolaridad, mientras que para las personas que se auto clasificaron en las tonalidades de piel más oscuras (de la C a la A), 20.2% se encuentra sin instrucción”.
“En las personas que se auto clasificaron en las tonalidades de piel más obscuro (A), se observa un mayor rezago educativo: 28.8% cuenta con primaria incompleta y 23% con primaria completa; mientras que las personas con en tonalidades de piel más claras (de la F a la K), tienen porcentajes más altos en los niveles media superior y superior (29.3% a 44.4 por ciento)”.
“Conforme el tono de piel autodeclarado se vuelve más claro (escalas I a la K), se observan mayores niveles de escolaridad. En estos tres niveles de la escala, 48.1% cuenta con un nivel medio superior y 79.2% alcanza un nivel superior. Por el contrario, cuando las tonalidades de piel se vuelven más oscuras (escalas A a C), se presentan menores niveles de escolaridad. De las tres tonalidades más oscuras de la escala, 33.9% cuenta con nivel medio superior y solo 25% tiene un nivel superior.
“A partir de los tonos medios de la escala (escala F) y conforme estos se hacen más oscuros, el porcentaje de personas ocupadas en actividades de baja calificación aumenta. Por el contrario, cuando los tonos de piel se vuelven más claros, los porcentajes de ocupados en actividades de media y alta calificación son más elevados”.
“Con respecto a la percepción de las personas en relación con el cambio en su situación socioeconómica actual respecto a la de su familia de origen, de acuerdo con los datos del módulo, para las tonalidades de piel más oscura se percibe en menor proporción (48.6%) una mejora en su situación socioeconómica, en comparación con la tonalidad de piel más clara (52.2 por ciento)”.
“Para los tonos más oscuros, los porcentajes de personas que consideran que su situación no ha cambiado son más altos que para el resto de los tonos de la escala”.
El color de la piel sí determina la movilidad social en México. Los blancos tienden a tener mejor educación y oportunidades de trabajo. Lo mismo ocurre en el negocio del entretenimiento. Por eso, a una morena como Yalitza Aparicio no le perdonan un súbito éxito que la llevó a la nominación del mayor premio que puede recibir cualquier actriz mundial. La “pinche india que no se lo merece”, como lo vocalizó Goyri. El típico blanquito que no soporta el merecido éxito de un moreno. Racismo de la peor calaña en pleno siglo XXI. Y hay tanto de esos en México.
Twitter: @leozuckermann