Impactante el episodio ocurrido entre el periodista mexicano-americano, Jorge Ramos, con Nicolás Maduro. Pinta de cuerpo completo el autoritarismo y el abuso de poder del representante del régimen chavista. Francamente, no entiendo cómo todavía hay gente en México que defienda la dictadura de este orangután. Y así lo caracterizo porque esta figura animal la utilizan, con frecuencia, los caricaturistas para representar a dictadores represores, independientemente si son de derecha o izquierda.
Un periodista profesional, como Jorge Ramos, está para hacer preguntas incómodas a los poderosos. Lo ha hecho, con mucha dignidad, a personajes como el entonces presidente Vicente Fox o al actual mandatario estadunidense, Donald Trump, cuando era candidato. A ninguno le han gustado sus preguntas. En la famosa entrevista con Fox, el mandatario se sintió ofendido, dio por terminada la entrevista con Ramos, se levantó y se fue. Por su parte, Trump lo corrió de una conferencia de prensa de manera grosera indicándole, de manera despectiva y con un dejo racista, que se fuera a Univision, una de las principales cadenas de habla hispana en Estados Unidos.
Bueno, pues lo mismo pasó con Maduro, pero con agravantes. Ahí iba Ramoshaciéndole preguntas difíciles, picosas, incómodas al personaje que detenta la Presidencia en Venezuela. Maduro llegó a su límite cuando el periodista le enseñó un video que había grabado en las calles de Caracas. En él se observa a unas personas buscando comida en un camión recolector de basura. Una escena patética que refleja la inhumana escasez de alimentos que sufren hoy en día muchos venezolanos. Una de las personas grabadas se queja amargamente deMaduro y le pide que renuncie. Pues el orangután no soportó que le enseñaran este video, se levantó, dio por terminada la entrevista y se retiró enojadísimo.
Acto seguido, el ministro de Comunicaciones, Jorge Rodríguez, desautorizó la entrevista y acusó a Ramos de llamarle asesino y dictador a Maduro. Funcionarios chavistas les quitaron los aparatos de audio y video al equipo de Ramos y los trasladaron a un cuarto en la casa presidencial donde los retuvieron en contra de su voluntad. También los despojaron de sus teléfonos celulares. Les solicitaron sus contraseñas para abrirlos y, como se rehusaron, les apagaron al luz del lugar donde se encontraban, supongo para intimidarlos. Después, los regresaron a su hotel donde les notificaron que serían deportados de Venezuela al día siguiente, cosa que efectivamente sucedió. Nunca recuperaron ni los aparatos de audio y video ni sus celulares.
Estamos hablando nada menos que de un ciudadano mexicano que fue brevemente retenido, en contra de su voluntad, en una oficina del gobierno chavista y al que le robaron, porque no hay otra manera de describirlo, su celular y las cámaras de su equipo de trabajo. Ante este abuso de poder, nuestro secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, declaró en su cuenta de Twitter: “El gobierno de México ha manifestado al de la República Bolivariana de Venezuela su preocupación y protesta por lo ocurrido en el Palacio de Miraflores hoy a Jorge Ramos y su equipo. Peniley Ramirez de Univision nos acaba de comunicar que han sido liberados”.
Ayer, el presidente Andrés Manuel López Obrador se solidarizó con Ramos, pero dijo que no quería expresarse en un “tema tan polarizado”. Acto seguido, recetó la misma fórmula de siempre de que el gobierno mexicano no intervendría en los asuntos internos de Venezuela. Como he dicho muchas veces en este espacio, la no intervención sí es una intervención a favor del statu quo en Venezuela, es decir, del gobierno dictatorial de Maduro que simple y sencillamente es impresentable.
Por cierto, la represión periodística en contra de Ramos y su equipo se hizo extensiva al corresponsal de la cadena competidora de Univision. Daniel Garrido, de Telemundo, fue secuestrado ayer en Caracas cuando precisamente cubría lo ocurrido con Ramos. Individuos armados lo forzaron a subirse a un vehículo, lo cubrieron con una capucha y lo interrogaron durante seis horas. Luego lo soltaron por la presión que hicieron periodistas venezolanos y extranjeros.
Mexicanos muy vocales en las redes que apoyan al impresentable régimen dictatorial de Maduro enmudecieron frente a estos hechos. Nada menos que un ataque frontal en contra de la libertad de expresión, la censura abierta de un régimen que desconoció a una asamblea legislativa de mayoría opositora, el secuestro y robo a uno de los mejores periodistas mexicanos, el que no tuvo tapujos para hacerle cuestionamientos duros a Fox y a Trump. ¿Qué piensan al respecto? ¿Seguirán apoyando al orangután?