El Centro de Enseñanza Técnica y Superior (Cetys) Universidad albergará en su campus de Ensenada el centro de estudios vitivinícolas, en cuya construcción y equipamiento se invertirán 34 millones de pesos.
El proyecto, financiado con recursos procedentes del Fondo Mixto (Fomix), que reúne financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el gobierno del estado de Baja California, está dividido en tres etapas que tendrán una duración de dos años.
El edificio contará con áreas de laboratorios, planta de vinificación, auditorio, biblioteca, salas de juntas, oficinas para investigadores y área de servicios generales.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Mayer Cabrera Flores, profesor investigador del instituto Innsignia de Cetys Universidad y responsable del proyecto, expuso que el objetivo es crear un centro de investigación que además cuente con programas de licenciatura y posgrado, todo en torno al sector vitivinícola regional.
Producción de vino en Baja California
El estado de Baja California concentra 90 por ciento de la producción nacional de vino y hasta 2015 contaba con una superficie de tres mil 735.38 hectáreas de cultivos de uva; 90 por ciento de la producción de uva de la entidad se destina a la elaboración de vino. Los valles vitivinícolas de Baja California se ubican en los municipios de Ensenada, Tecate y Tijuana. Tan solo en Ensenada se ubican 166 de las 195 unidades de producción de vid de la entidad y ese municipio concentra 90 por ciento de la superficie cultivada de la entidad en las regiones de Valle de Guadalupe, San Vicente, Santo Tomás, Ejido Uruapan, San Antonio de las Minas, entre otras. Fuente: Cadena de valor económico del vino de Baja California, México. Estudios Fronterizos (2015). |
La misión del centro será producir y transferir conocimiento científico, así como diseñar estrategias que incidan en los diferentes eslabones de la cadena de valor del ecosistema vitivinícola de la región.
El investigador resaltó la relevancia de concebir la industria vitivinícola regional como un ecosistema en el que intervienen múltiples actores con necesidades y capacidades diferentes, que influyen en su competitividad.
“Buscamos analizar toda la cadena de valor de este sector y queremos incidir en cada uno de sus eslabones, no concentrarnos en una sola etapa”.
Por ello, se han planteado convertir el centro de estudios vitivinícolas en un nodo estratégico que produzca conocimiento científico y que funja como un articulador de capacidades a través de vínculos con otras instituciones.
Una de las primeras estrategias para alcanzar este objetivo es la promoción de redes colaborativas interinstitucionales e intersectoriales, así como la formación de capital humano especializado, tanto con los programas de licenciatura y posgrado, como con cursos de educación continua.
“A pesar que la demanda de la convocatoria está centrada en el estudio de la viticultura y la enología, estamos considerando que el centro también atienda los factores económicos, sociales, culturales y de sustentabilidad de la industria”.
Colaboración con el sector productivo
Además de la formación de recursos humanos, el centro de estudios vitivinícolas tendrá entre sus funciones ofrecer servicios al sector productivo, apoyado en los laboratorios y la planta de vinificación que formarán parte de su infraestructura.
También se darán servicios de consultoría y contarán con una oferta permanente de educación y capacitación continua, por medio de talleres, diplomados, seminarios, cursos, especialidades, etcétera.
“La idea es contratar personal de tiempo completo y de tiempo parcial y además establecer lazos con instituciones y organismos que, a través de las alianzas, puedan apoyar esta iniciativa, estaremos haciendo uso de todos los recursos que tenemos a nuestro alcance”.
La propuesta de valor del centro radicará en la capacidad de identificar los factores clave de la cadena productiva del sector vitivinícola y con ello promover su competitividad e innovación.
El investigador de Cetys Universidad enfatizó que la colaboración con el sector productivo de la región será estrecha, tanto para conocer el ecosistema vitivinícola y sus necesidades, como para satisfacerlas.
“Entonces sí tenemos que tener esa comunicación permanente para identificar problemáticas, hacer un diagnóstico de lo que ellos necesitan y poder ver cómo, a través de las capacidades que tenemos, podemos empezar a satisfacer esas necesidades”.