Adán y Eva, arrepentidos por el pecado cometido, lloraron tanto que sus lágrimas formaron el lago de donde surgieron las perlas, las blancas y rosadas de las lágrimas de Eva y las negras y grises de las de Adán. Esta leyenda y otras muchas, como la creencia de los milenarios chinos de que las perlas se formaban en el cerebro de los dragones, o la historia contada por los polinesios donde la Luna dio un baño de luz al océano para atraer a las ostras a la superficie e impregnarlas de un rocío celestial para crear las perlas con su característico resplandor, rodeó a las perlas de un encanto sublime. Para encontrar una perla negra natural en la antigüedad debían abrirse más de diez mil ostras, así era de rara su producción y por tal motivo su costo altísimo. En el presente ya no se extraen perlas negras naturales y las existentes, como la llamada Azra, una de las más bellas y raras, forman parte de colecciones reales. Ahora todas las perlas son cultivadas, siendo las de Tahití las más famosas.
En 2007 volvió a tocar el ciclo de los brillos en los vestidos. Las prendas metálicas ya vistas en temporadas anteriores volvieron a las pasarelas y atrajeron el gusto popular, pero hay un metal que no aporta vistosidad aunque sí salud. Se trata del cobre. El óxido de cobre posee la extraordinaria capacidad de acortar la vida de los gérmenes, hongos, ácaros de polvo y virus, e inhibir su producción. Los expertos en textiles han aprovechado estas propiedades para crear telas impregnadas del óxido que controla la propagación de patógenos dañinos. Blancos, colchonetas para mascotas, calcetines, guantes, ropa para militares y de uso médico, son algunos de los actuales usos que le dan a esta novedosa fibra, antes de lanzarse con telas para uso corriente en el vestuario de hombres y mujeres. Los textileros y mineros tienen ahora una misión: la creación de telas que lleven salud a los portadores. Enhorabuena.