Este fin de semana se renovó la dirigencia nacional del PAN. Marko Cortés, cuadro cercano al excandidato presidencial, Ricardo Anaya, será el próximo presidente del partido. Los ganadores del proceso electoral interno ensamblaron una coalición de varios grupos partidistas. No obstante, alguien sí se quedó fuera:Felipe Calderón y sus cercanos que todavía militaban en el PAN. No es sorpresa, en este sentido, que el expresidente haya renunciado al partido de sus amores el mismo día en que Cortés ganaba la dirigencia nacional.
Algunos calderonistas ya habían abandonado al PAN (la más conspicua, Margarita Zavala, quien renunció al partido para lanzar su candidatura independiente a la Presidencia que, con buen tino, retiró a tiempo). Y es que Anaya fue implacable para quedarse con el partido y luego con la candidatura presidencial.
Pero la realidad es que las peleas dentro del PAN llevan mucho tiempo y Calderónes uno de los principales protagonistas que ha propiciado la división partidista. Primero, en el sexenio de Fox, cuando Felipe, en una jugada arriesgadísima, desafió al entonces Presidente, quien quería que Santiago Creel, en ese momento secretario de Gobernación, fuera el candidato presidencial panista en 2006. Con todo y el enorme poder del gobierno federal detrás de Fox y Creel, Calderón les ganó en un territorio que conocía a la perfección: el de la militancia panista.
Con pragmatismo, Fox apoyó con todo a Calderón en la elección presidencial por una razón: su prioridad era que López Obrador no llegara a Los Pinos. Lo consiguieron por un margen estrechísimo de menos de 1% de los votos. Contra viento y marea, Calderón se convirtió en Presidente. Y, como tal, fue un desastre para su partido.
Nunca supo cómo actuar frente al PAN. El primer año de gobierno tuvo una pésima y ríspida relación con el líder nacional que había heredado de la época de Fox, Manuel Espino (hoy lopezobradorista), a quien finalmente removió para poner al frente del partido a uno de sus colaboradores más cercanos, Germán Martínez (hoy, también, lopezobradorista). Lo primero que hizo Germán fue defenestrar de mala manera a Creel como líder de la bancada del PAN en el Senado.
Al PAN le fue pésimo en las elecciones intermedias de 2009. Martínez renunció a la dirigencia. Calderón puso como interino a otro cercano, César Nava, quien desde entonces ya acarreaba una imagen ensombrecida por la corrupción. Vino, entonces, la elección interna de 2010, donde Calderón tuvo una actuación desastrosa. En lugar de ser factor de unidad, se convirtió en la principal fuerza divisiva, jugando un papel dual con Gustavo Madero y Roberto Gil. Quedó mal con ambos.
Ganó Madero y, dolido por la actuación de Calderón, comenzó un enfrentamiento con el Presidente, quien, un año antes de la elección de 2012, volvió a entrometerse de mala e ineficaz manera en los asuntos partidistas. Su favorito para convertirse en el candidato presidencial era Ernesto Cordero, quien fue derrotado en las urnas por Josefina Vázquez Mota, a la que luego abandonó Calderón en la contienda que ganó el priista Peña Nieto.
Después del sexenio calderonista, muchos panistas quedaron enojados con el expresidente. El principal: Gustavo Madero. Comenzó la guerra entre calderonistas y no calderonistas que siguió dividiendo al partido. La situación se agudizó con el reemplazo de Anaya como líder nacional, quien no sólo agarró el pleito con el grupo de Calderón, sino con otros panistas, incluyendo a su padrino político, Madero, a quien defenestró. Luego vino la salida voluntaria de algunos calderonistas, como Margarita, y la expulsión de otros, como Cordero.
El pleito y la división han sido las dos características de la sombra de Calderón en el PAN en los últimos años. Ahora bien, si algo hemos aprendido de la biografía política de este personaje es que nunca hay que menospreciarlo. Nadie daba cinco centavos por él cuando anunció que quería ser candidato presidencial del PAN en 2006 y nada menos que le ganó al presidente Fox y al secretario Creel. Nadie daba cinco centavos por él cuando todo parecía que AMLO arrasaría en la elección constitucional y nada menos que le ganó al gran favorito. Nadie daba cinco centavos por él cuando dejó la Presidencia, repudiado por la inseguridad, y nada menos que regresó a la palestra gracias a los errores del Presidente que lo sucedió (Peña).
Calderón es un tipo de cuidado al que nunca hay que menospreciar. Si alguien lo sabe son los panistas. En todo caso, la noticia de su renuncia al PAN refrenda la división de un partido que, ahora más que nunca, necesitaba estar unido para lo que viene: AMLO.
Twitter: @leozuckermann