Talavera, balcones, fachadas ostentosas, dulces regionales que se han hecho típicos de todo México, hermosos museos, maravillosos templos y las vistas siempre permanentes a los volcanes, son una pequeña parte de lo que ha convertido a Puebla en una de las ciudades barrocas más bonitas del país, tanto, que ha sido nombrada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Donde sea que se pose la mirada, la Puebla histórica está llena de atractivos que nos cautivan y echan a volar la imaginación. Uno de los lugares más atractivos es el callejón de los sapos, que tomó su nombre de la antigua costumbre colonial de nombrar a las calles por algún rasgo que las definiera de las otras.
Su nombre parte de la historia con tintes de leyenda, que dice que al desbordarse el río San Francisco se inundó el callejón de la ahora conocida calle como 6 Sur. A todo mal viene un bien, por lo que la gente aprovechó esta inundación para instalar molinos, pero el agua estancada y las actividades de los molinos atrajeron a una gran cantidad de sapos, que llenaron a la calle con su particular canto.
Los sapos se fueron, pero se quedaron el nombre y la belleza pintoresca de los edificios que hay se encuentran. Los molinos fueron sustituidos por un tianguis de antigüedades que se instala todos los domingos, en el que se pueden encontrar toda clase de artículos, artesanías, objetos de arte y numismática, pero ningún lugar como el Mesón Sacristía de la Compañía. Se trata de un hotel boutique donde se vive el verdadero estilo colonial, caracterizado por sus vigas de madera y puertas talladas, así como mobiliario rústico, cerraduras con llaves antiguas, piezas de arte colonial y de talavera.
Este precioso hotel boutique es parte de las casonas coloniales que le dan vida a Puebla, y nos recibe con su elegancia, calidez y exquisita gastronomía. Cada una de sus habitaciones es diferente a las demás, decoradas de forma rústica con piezas de mobiliario y de arte antiguo que están a la venta, siguiendo la tradición de su dueño y amigo, quien heredó de su familia el oficio de mercaderes de artes y antigüedades desde mucho antes que abriera el hotel.
Todas son una delicia, pero las que tienen vistas al patio son una delicia, pues en las noches de fin de semana hay música en vivo amenizando el restaurante. Ya sea que nos tomemos una botella de vino dentro de la intimidad de la habitación o que decidamos unirnos al ambiente festivo.
Ya que la gastronomía poblana ha sido un atinado mestizaje de la comida indígena con la europea, el hotel muestra los platillos más representativos de la cocina poblana en el menú de su restaurante La Compañía, además de tener el Bar el Confesionario, donde entre copa y copa no hay lugar para secretos.
Su mole, preparado con una receta secreta donde el ingrediente estrella es el chipotle quemado, es el más rico de todos. Así como las cocinas de los antiguos conventos, en el Mesón se cocinan deliciosas entradas, como el perejil frito con limón, sal, camarones y tocino espolvoreado; las tradicionales quesadillas de flor de calabaza; escamoles; chipotles capeados y rellenos de queso; esquites; las chanclas, que es un pan tradicional relleno de lechuga, aguacate y cebolla bañado con salsa de longaniza casera.
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@mesonsacristia