Quien llegue a México desde San Diego debe apreciar el esfuerzo y la inversión que se hizo en el CBX, quien llegue desde Tijuana debe apreciar todo el buen gusto y la inversión que se ha realizado en este aeropuerto que muchos recordamos como un aeropuertito malhechote de pueblo y que ahora es un digno punto de entrada (o de salida) de México.
Para llegar al avión hay que pasar por múltiples posters promocionando las bellezas de México, los atractivos de sus locaciones y lo sabroso de su comida todo esto sin quitarle valor a la hospitalidad y amabilidad de su gente.
Bueno de casi toda su gente, porque como en todos lados, siempre hay alguien que abusando de su autoridad o tomándose las cosas demasiado a pecho, decide aplicar la autoridad – y dije la autoridad, porque esa autoridad se la da alguien que le paga con los impuestos que pagamos los demás, no es que él genere algo con su trabajo, él simplemente se alimenta de lo que otros ganamos y tenemos que pagar para mantener a agentes de «seguridad» que más bien parecen destinados a hacerle la vida imposible a la gente.
Y no es solo él, todos los jovencitos que lo acompañaban en ese turno parecían decididos a demostrar que ellos pueden hacer lo que quieran aun a costo del bienestar de los viajeros.
Una señora, delgada, de unos 60 años, hizo sonar el sensor portátil cuando lo pasaron por su brazo. ¿Brazo? no bracito, huesito, flaquito, tuvo una fractura, le pusieron un tornillo y sonó el sensor y se lo pasaron ¡cuatro veces! porque no fuera a ser que trajera una ametralladora o un lanza cohetes dentro de la piel.
Otro señor, un paisano que regresaba a México y que corría retrasado tuvo que esperar a que hubiera charolas porque no había suficientes y esperar atrás de la cola, – no lo dejaron adelantarse, aunque los demás si se lo permitimos, porque no había charolas en esa banda y la otra, donde si había, estaba cerrada porque … porque si, porque para ellos no hay urgencia su trabajo no es ayudar, es estorbar o por lo menos así parece.
¡Ah! ¿y el buen Martínez Jaimez?
Pues el debería recibir la medalla «Niños héroes» uno por ser muy joven, quizás calificaría como niño y dos por ser un héroe que evitó un secuestro que se iba a llevar a cabo en un viaje a la CDMX por un señor de casi 70 años, convaleciente de ‘shingles» (así lo mencionó) que llevaba con él una piedrita (no, no una roca, ni un pedazote de mármol, no, una piedrita que recogió en el panteón, en el entierro de su tía, a cuya ceremonia el nieto no pudo asistir porque no podía cruzar a Estados Unidos y como recuerdo y participación le llevaba una piedrita de esas que salen cuando uno remueve la arena.
¡Ah! pero el Sr. Martínez, temeroso de una matanza múltiple, una masacre como no se ha dado alguna en México, decidió que este era un objeto que podía usarse para agresión, pero no se quedó con cargadores de baterías -de esos para las computadoras-que pesan más y con los que pudiera ser más fácil golpear y hasta amarrar a alguien para secuestrarlo.
Vi como el señor le explicaba al Sr. Martínez el significado (quizá tonto, pero significado, al fin y al cabo) de la piedrita, como le pedía se la regresara y como altaneramente el Sr. Martínez la tomó, volteó con otro muchacho de mejor presencia y le dijo en tono autoritario -hay que quitar estos instrumentos del equipaje. Entonces el señor le pidió sacarle una foto a la piedra para enseñarsela a su sobrino, lo cual también le fue negado. Y uno se pregunta ¿cuál era el problema de permitirle sacar una foto?
¡Ayy! Sr. Martínez, si usted supiera cuanto gastamos en turismo para promover México, cuanto gastamos en mejorar nuestras instalaciones turísticas, cuanto gastamos en personal que se desvive por hacer la estancia lo más amable posible a los visitantes uno para que la pasen bien, otra para que regresen y otra más para que recomienden a otros venir de viaje. Y usted, Sr. Martínez, en un arranque innecesario de autoridad e incompetencia tiró todo al diablo para sentirse poderoso.
Ojalá haya alguien en la empresa de seguridad que comprenda que su función es ser amable y profesional y lo transfiera a las calles donde pueda usted proteger a la ciudadanía con ese mismo fervor, de la violencia de lo narcos, a los que si les podrá quitar instrumentos peligrosos, o lo manden a la frontera de Guatemala o de perdida a algún otro trabajo donde no pueda ofender turista de la tercera edad, ni abusar de su autoridad, ni hacernos quedar mal a todos por caprichitos incomprensibles.
Sr. Martínez, México le agradecería que cambie de trabajo, o por lo menos de actitud y nos ayude a ser más felices, a llevarnos todos mejor y a apreciar más la función que sus compañeros tienen que hacer, pero que parece que ante usted lo hacen con especial ahínco para molestar.
¿Será que usted era «la autorida» en este turno de la madrugada del miércoles 24 y que todos querían demostrar lo poco amistoso que pueden ser? ¿Será que alguien lo mal entreno? ¿O será simplemente que la imagen del país, el bienestar de los viajeros que tienen la desgracia de tener que pasar por su puesto le vale un comino porque antes que nada está usted y su autoridad?
Lo que sea, espero que la compañía de seguridad del aeropuerto de Tijuana tome las medidas necesarias para que personal como usted sea bien entrenado para cumplir su función amable y cortésmente y con criterio de adulto y no de burrócrata mal entrenado.
Bastantes problemas tenemos ya que afrontar en el país, por favor cambie su actitud y vuélvase un agente del cambio positivo en vez de continuar con esa teoría de que su «autorida» está hecha para imponerse sin criterio.
Y usted dirá, con tanto crimen, con tanto violador, caníbal, narco, corrupto, ¿por qué subrayar a este joven?
Pues porque él es el futuro, porque también afecta el presente, porque su ejemplo cunde; porque si fuera al revés sería un gran acierto para el país porque al fin, la única manera de componer el rumbo es que todos seamos más amables, más considerados, más responsables, más inteligentes, no más burrocráticos, más inflexibles, más «impositivos” y menos humanos.
La próxima vez, antes de abusar piense en futuro, en nuestra imagen, la de todos, en nuestro bienestar y no en su ‘autorida’ que espero le sea retirada si no es educable.
(Estimado lector: solo para que se de una idea, la piedrita era tan “grande” que podía pasar desapercibida en el puño cerrado de un niño de 4 años, creo que hasta mi celular pesa más)