Luis XIV, el Rey Sol, gobernó Francia durante 70 años. Se le recuerda con enorme peluca, zapatos con tacones rojos y un aire de sublime. Enseñó a los europeos el arte del buen comer, del buen vivir y, a su manera, el arte del bien vestir, pero hay algo que olvidó enseñar: la higiene personal. Así que, tuvieron que enfrentar un problema: la proliferación de parásitos alojados en sus cabelleras, hasta el grado de adoptar la moda de las pelucas.
En la Edad Media, época en que el pudor tomó fuerza en Europa, se suscitó una polémica acerca de si los monjes debían o no usar calzones. Los santos como San Benito los prohibieron, ordenando que sólo podían usarlos cuando salieran del monasterio por alguna razón, pero al regresar tenían que devolverlos. Por su parte, San Fructuoso opinó que los que servían al altar debían portarlos, siguiendo las antiguas leyes hebreas, mientras que por otro lado, Santa Hildegarda aconsejó usarlos “por honestidad masculina y por respeto a los demás”.