Cuando escuchamos la palabra púrpura generalmente nos imaginamos el color, pero también se trata de un molusco gasterópodo marino que tiene la particularidad de segregar un liquido amarillento, que al contactar con el aire se transforma en púrpura, marrón verdoso o violeta oscuro, dependiendo del tiempo que transcurra y de la luz que reciba. En una remota época la púrpura fue cotizada más cara que el oro y consecuentemente reservada para autoridades o personajes poderosos. El tinte púrpura adquirió tan elevado valor por la dificultad que representaba extraer de las glándulas de miles de gasteródopos el inigualable color.
“Una vez vestida, la primera preocupación de una mujer es desnudarse”. Así comentaba hace un siglo el Dr. Manuel Flores (1853-1924), y continuaba diciendo: “Su primer impulso es desceñirse el corsé que la asfixia, desabrochar el cuello que la estrangula, despojar el calzado que la mortifica y, suelta, desceñida, el pie jugueteando dentro de la pantufla, reclinarse en el canapé, columpiarse en la mecedora, descansar un poco de tanta molestia y de tanta tortura y dejar tirado el fardo de elegancia que llevaba a cuestas”. Esta crónica nos describe un poco el vestuario de aquella época que, sin duda, era muy incómodo.