La semana pasada recibí una invitación de la Agrupación Bajacaliforniana de Administradores Públicos y Politólogos para compartir algunas de mis experiencias y opiniones sobre la agenda política actual, en una “Tarde de café”. Como en otras ocasiones, me referí a la difícil tarea a la cual se enfrentará el nuevo gobierno federal, más por lo desmedido de su proyecto que por las demandas reales.
El hecho es que en diciembre habrá un cambio de gobierno y, como si se tratara de un Santa Claus moderno, el próximo presidente recorre el país acumulando las esperanzadas solicitudes, más de expriistas y expanistas, que de la propia ciudadanía -un acto más de populismo-. Aclaro que no digo que esa sea la intención del presidente electo, sino porque el oportunismo político lo acecha como tiburones hambrientos, por ello el tabasqueño debe tener cuidado con la adhesión de ciertos perfiles, ya que la mayoría, más que depredadores, parecen rémoras.
Recientemente he insistido a mis alumnos universitarios la necesidad activar su actitud de “centinela” para estar al tanto de lo que acontece a diario. Después de todo, López Obrador se ha comprometido, más que a realizar cambios, a transformar todo aquello que -a su juicio- tiene un rumbo equivocado, entre ello, el actual modelo económico.
Ahora que los vestigios del Partido Encuentro Social (PES) fueron despojados de las comisiones de Salud y de Cultura en San Lázaro, me preguntó qué papel jugará el PES en el tablero de AMLO. Llegué a suponer -sin conceder- que ellos se encargarían de la parte conservadora y procurarían frenar las posibles reformas “progresistas” -mariguana, eutanasia, aborto, LGBT, etc.-, y así tendrían la posibilidad de justificar un posible incumplimiento de sus promesas. Ante dicho cambio, me atrevo a considerar que idearon una mejor estrategia o que ese acuerdo no resistió la presión social.
El otro tema en boga es, sin lugar a duda, la agenda global, particularmente el casi extinto TLCAN. Durante las negociaciones, el presidente electo se mantuvo muy sereno, su actitud sólo la concibo cómo una alternativa para eludir su arriesgado plan proteccionista culpando a sus antecesores de suscribir compromisos internacionales. Cosa curiosa resulta el humor ocurrente del futuro presidente, quien hasta para nombrar a dicho tratado quiere hacer encuestas, ¡que alguien le explique que existen las traducciones!
Y ya que abordamos esos temas, es preciso estar al tanto de las próximas negociaciones para la actualización del TLC entre México y la Unión Europea, lo cual atenderá el gobierno entrante. Como dato curioso, de los acuerdos comerciales celebrados por México desde 1992 a la fecha, el 75% fueron promovidos por el partido que está haciendo maletas.
Debo reconocer que Andrés Manuel ha mostrado interés en mesurar su temperamento tropical y mejorar su imagen, aunque aún hay demasiado por hacer al respecto, su intención cuenta y mucho, ya que la civilidad política es fundamental para gobernar y que no se trate de un mero gobierno de saliva.
Post Scriptum. – “Siempre es mejor hacer las noticias que leerlas”, Winston Churchill.
El autor es consultor político, catedrático y editor.
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