A propósito de cierre de ciclos y último grito del presidente Peña en el balcón del zócalo, valdría la pena hacer un recuento sobre las cifras que verdaderamente importan en un país: Su crecimiento económico, nivel de empleo y pobreza; pues así podremos juzgar si verdaderamente el sexenio priista trajo buenos resultados.
El presente gobierno tomó la decisión histórica de volver a endeudar al país de manera rampante, pasando del 24% al 50% del PIB. Es decir que, doblamos el nivel de deuda, duplicamos los cargos burocráticos, y creamos dependencias gubernamentales nuevas con la finalidad de que el país hiciera inversiones históricas para lograr niveles de crecimiento inéditos. El crecimiento no lo logramos, pero la deuda nos la quedamos, y el gasto de intereses tocó niveles récord. De igual manera, el empleo gubernamental llegó a su máximo de plazas, y el gasto corriente rozó el 30%, lo que nos llevó a un derroche nunca antes visto. Veamos sin embargo cómo le fue al país:
- Pobreza: El porcentaje de la población urbana cuyo ingreso laboral no le bastó para obtener la canasta básica apenas decreció de 35.8% a 34% entre 2012 y julio de 2018. La población rural se mantuvo en un 51% sin lograr adquirir una canasta básica. Entre el 2012 y el 2016, el porcentaje de la población en condición de pobreza pasó de 45.5 a 43.6%, un ajuste a la baja de 1.9% que no resulta suficiente, pues en números absolutos los pobres de México aumentaron de 53.3 a 53.4 millones de personas.
- Crecimiento: México tuvo una tasa de crecimiento promedio en el sexenio de alrededor de 2.3%. No obstante, la inflación promedio se ubicó de 2 a 3 puntos porcentuales arriba cada año, lo cual revela un crecimiento real negativo y una pérdida del poder adquisitivo de entre el 20 y el 30% acumulado. Así, México no creció, y los salarios se estancaron.
- Empleo: La tasa de informalidad laboral comenzó el sexenio con un nivel de 54.4% de la PEA (Población Económicamente Activa; es decir en edad de trabajar) y terminó con un 52.1%, lo cual resulta poco significativo. De igual manera, llegamos a un nivel récord de empresas con casi 5 millones de unidades, resultado de contar con el mayor número de jóvenes que hemos tenido en nuestra historia. No obstante, el 99.8% de estas empresas son PyMES, y tienen un corto ciclo de vida de un máximo de 7 años, lo que implica menos de una generación. Así, tuvimos más empresas, pero que duran menos en el mercado y son más pequeñas.
La conclusión es que no logramos cumplir con las metas importantes como país.
Al inicio del sexenio había mucho optimismo debido a que México llegaba con más jóvenes que nunca, la PEA a niveles récord, y 7 reformas estructurales que prometían un cambio de fondo en la realidad del país. Nada de esto se capitalizó, salvo un mayor endeudamiento y gasto en todos los niveles (nunca hemos sabido “administrar la abundancia”).
Finalizamos el sexenio con un país desigual y con magras cifras de empleo, crecimiento y reducción de pobreza. Es este el México que recibe AMLO. Aspiremos, exijamos y aportemos para que la historia de este presidente sea distinta.