Hubo una época en que el uso del paraguas era considerado de poca distinción, pues significaba que quien lo llevara no tenía carruaje. Más adelante, los chóferes veían en los paraguas una amenaza, ya que al tener los usuarios algo para cubrirse de la lluvia, no usarían sus vehículos. Los paraguas rígidos dieron paso a los plegables a principios del siglo XIX, los que también fueron objeto de rechazo por algunos retrógrados. La superstición no se hizo esperar: abrirlo en lugar cerrado trae la mala suerte; girarlo abierto espanta a la buena y colocarlo en la cama o en la mesa atrae la desgracia. Lo mejor es que nadie ha dicho nada malo acerca de colocarlo abierto sobre la cabeza cuando llueve.
Lucir pantalones de tiro corto y ajustados en las piernas, llevar bolsos pesados en los hombros, coquetear con tacones altos y puntas extremas o traer sostenes con varillas, podrían ser algunas de las prendas que con el uso continuo llegan a mermar la salud. Los pantalones de ese tipo pueden provocar ardor en las piernas por su opresión a la pelvis. El hombro que sostiene un bolso pesado tenderá a levantarse y por consiguiente tensar el cuello y el tórax. Los zapatos puntiagudos y altos podrían provocar bursitis o artrosis y las varillas de los sostenes llegan a originar que el tejido mamario se estire hacia los lados y entorpezca la circulación. Solución: no usar a diario lo que oprima y dañe, pues son riesgos de los caprichos de la moda.