En un evento bien preparado, con un mensaje que leyó de un teleprompter, en medio de porras de sus seguidores, ayer regresó la maestra Elba Esther Gordilloa la vida pública. Se presentó como una víctima política del sistema. Expidió el certificado de defunción de la Reforma Educativa y, oblicuamente, se candidateó para regresar a liderar el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). She is back.
Se trata de una mala noticia para la educación pública mexicana. Hoy, Elba Esther se dice víctima de una persecución política. Tiene razón. El gobierno de Peña Nieto se la quitó de encima inventándole delitos de los que no era culpable. Esto no significa, sin embargo, que la llamada “maestra” no sea culpable de haber pertenecido a un sistema sindical corrupto hasta la médula. De líderes que consiguen prebendas a sus agremiados, pero que, en el camino, se roban el dinero de la organización atesorando enormes fortunas. En el caso de Gordillo, además, acumuló un poder del cual abusó, al punto de llegar a sentirse más poderosa que los presidentes. Sí, Elba tenía la obligación de defender los intereses de los trabajadores de la educación. Pero eso no le daba derecho de convertirse en el patrón, es decir, en la Secretaría de Educación Pública, donde impuso a familiares y amigos para administrar el sector educativo, con resultados desastrosos.
Ahora resulta que Elba Esther, icono de la corrupción nacional, otrora distinguida integrante de la “mafia del poder”, miembro destacadísimo de un sistema político corrompido, es una de las nuevas representaciones de la ola antisistémica. ¡Por favor!
Lo de ayer fue un acto de campaña. Gordillo, con todo y porra, se candidateó a regresar al liderato del SNTE. No lo llamó por su nombre, pero caracterizó a la actual dirigencia sindical como traidora. La organización, según ella, entró en un periodo de “autodestrucción” como “resultado de la abyección”.
Elba dice que su lugar “estará al lado de los maestros y la defensa de la educación pública de excelencia”. Quiere un “sindicato fuerte y unido”. Promete defender los derechos de los maestros. Le hace guiños al Presidente electo: “Lo que viene debe plantearse con cuidado trabajando por el bien de la patria”. Reconoce que el país ha cambiado, que hay una “nueva etapa de la historia de México”. Y ella quiere ser parte de esa transformación. ¿Cómo? Recuperando el liderazgo del SNTE.
Está en manos de López Obrador que así sea. La realidad es que, en México, el Presidente quita y pone a los líderes del SNTE. Salinas removió a Jonguitud para colocar a Gordillo. Zedillo, Fox y Calderón no sólo la toleraron, sino que incrementaron su poder, al punto de convertirse en la verdadera autoridad educativa. Peña la defenestró, sustituyéndola por Juan Díaz. El actual dirigente, a diferencia de Elba, apoyó la reforma que le quitaba el poder de las plazas al SNTE para regresarlo a su legítimo dueño: la SEP.
Sin embargo, el pasado primero de julio ganó el candidato que estaba en contra de esta reforma. Unos cuantos días después, Gordillo fue absuelta. Díaz tiene sus días contados al frente del SNTE. AMLO, siguiendo la tradición de los presidentes priistas, lo va a defenestrar para poner a alguien más cómodo para su causa. ¿Será Elba Esther? ¿Regresará por decisión de López Obrador?
Es indudable que, desde las elecciones del año pasado en el Estado de México, existe una alianza política de ambos. Ayer, Gordillo, claramente dijo, en dos frases seguidas, que ella había recuperado la libertad y la Reforma Educativa se había derrumbado. ¿Será que López Obrador la apoyará?
Con todo y que Elba Esther se presenta hoy como nuevo adalid antisistémico, la realidad es que personifica al sindicalismo más perverso y corrupto del sistema. Retornarla al frente del SNTE significaría una pérdida de credibilidad del discurso antisistémico de AMLO. A muchos lopezobradoristas les caería como patada de mula. Tendrían que salir a defender lo indefendible. Además, la “maestra” ya demostró, con creces, que se le sube el poder al punto de sentirse por arriba de los presidentes. En este sentido, a AMLO más bien le conviene apoyar como líder del SNTE a un profesor morenista —que hay muchos— menos estridente, más leal y, sobre todo, menos corrupto. ¿O es que nos vamos a creer la historia de que la fortuna de Gordillo se debe a la gran herencia que recibió de su madre? ¿Qué mensaje enviaría el Presidente electo al favorecer el regreso de Elba en su principal promesa de limpiar la corrupción del país? ¿Quién le va a creer la promesa de honestidad si en este caso, en lugar de usar la escoba, utiliza el recogedor?
Twitter: @leozuckermann