En mi anterior publicación compartí una frase del general Rodolfo Sánchez Taboada, la cual refiere al retiro decoroso del oficio político. Al respecto, el exgobernador de Baja California aseguraba que el político “debe retirarse cuando sienta que no entiende los problemas; cuando no tiene interés en entender los problemas del pueblo”.
El intelectual jalisciense Agustín Yáñez, abundó al respecto asegurando que “esto sucede cuando –el político– deja de entender a los hombres de las nuevas generaciones y los problemas nuevos…Cuando el político llega a no ver, a no oír lo que sucede en torno a él; llega a obcecarse en sus caprichos”.
Una muy oportuna reflexión para la crisis que enfrenta el partido tricolor en este momento, pues existen actores políticos empecinados en continuar con prácticas que, como dijera un excandidato presidencial, huelen a rancio.
Mi sugerencia, si me la pidieran, sería buscar un punto de encuentro entre la experiencia y la juventud, la madurez y la energía; dar paso, además de las nuevas generaciones, a las nuevas ideas, maneras y propuestas que den un respiro a la política. Lo aclaro porque, así como existen adultos con corazón joven, también existen jóvenes con mentalidad obsoleta, resultado de los malos hábitos adquiridos en el camino.
Sánchez Taboada, quien también fuera presidente nacional del PRI, pugnó para que la selección de los mejores perfiles fuera una norma de partido, procurando brindar oportunidades y cumplir las legítimas aspiraciones de los que forman parte de sus filas y entregan su energía con el ánimo de servir. Sánchez Taboada lo propuso hace décadas y actualmente sigue siendo una deuda pendiente.
Desde mi perspectiva, y haciendo eco de los apostolados de Sánchez Taboada y Yáñez, si el PRI aspira a ser considerado nuevamente como una opción viable por los electores, requiere de dirigencias con un perfil sin distingo de género; ni tan joven ni tan viejo, una edad en la cual no resulte tan contaminado pero tampoco lo chamaqueen a la primera; con experiencia en el servicio público que le sirva para consolidar a su partido como un gestor social ante la militancia; un perfil conciliador con seriedad y prestigio que escuche, valore e integre a su partido; y, con especial énfasis, requiere de alguien sin ansías de protagonismo, que su mayor aspiración sea redefinir y relanzar al PRI ante la sociedad. Están demás quienes consideran esa posición como plataforma personal; las selfies salen sobrando.
Además, es necesario que las dirigencias den cuenta de sus actos de cara a su militancia, poner el ejemplo empezando en casa. ¡Ojo! No se debe confundir la rendición de cuentas con la presunción pues los logros y atrasos, aciertos y errores, son institucionales, no personales.
En un momento tan controversial como este, los partidos políticos deben preguntarse si realmente quieren, pueden y lograrán mantenerse vigentes en los tiempos que les son adversos.
Post Scriptum.- “La masa busca al líder, no porque lo estime sino por interés; y el líder acepta a la masa por vanidad o por necesidad”, Napoleón Bonaparte.
* El autor es candidato a maestro en Comunicación Estratégica; docente universitario y consultor político. Contacto: www.facebook.com/fruiz29/ @fruiz_29 [email protected].