El domingo, el PRI sufrió la peor derrota de su historia. Se trata de una buena noticia y explico por qué.
Antes, presento los números que comprueban la paliza que recibió el tricolor en las pasadas elecciones. Su candidato presidencial, José Antonio Meade, recibió el 16.4% de la votación nacional, 5.6 puntos porcentuales menos que lo que había obtenido Roberto Madrazo en 2006 en la peor elección presidencial que había tenido el PRI. Sebastián Garrido, con base en datos del PREP, encontró que Meade no ganó en ni un solo estado de la República, en ni uno solo de los 300 distritos electorales, sólo en 8.2% de los dos mil 464 municipios y en 3.4% de 156 mil 823 casillas instaladas.
Hoy el PRI tiene 48 senadores que representan el 34% de este órgano legislativo. De acuerdo con la proyección de Javier Márquez de oraculus.mx, con base en datos del PREP, en la próxima Legislatura el tricolor tendrá 14 senadores, equivalentes al 11% del total. Hoy el PRI cuenta con 204 diputados federales, que representan el 41%. En la siguiente Cámara de Diputados, según Márquez, habrá 42 priistas, el 8%. El PRI tendrá menos diputados que el PT (61) y el PES (58). De ser el principal grupo parlamentario en la Cámara baja, pasará a ser el quinto.
Ni qué decir de su fuerza en los estados. El domingo no ganó ni una de las nueve gubernaturas que estaban en juego. Perdió la única en la que tenía una probabilidad de ganar: Yucatán. Gobernará sólo en 13 entidades de 32, la gran mayoría estados poco poblados.
En la joya de la corona que todavía gobiernan, el Estado de México, el PRI salió derrotado el domingo. Gobernará en 19 de los 125 municipios, ninguno de ellos de los más poblados. Es, de lejos, la peor cifra en su historia.
Ni se diga en el Congreso local, donde sólo ganó un distrito de 45. Serán la tercera fuerza electoral en la legislatura del estado gobernado por Alfredo del Mazo.
Por donde se vea, un desastre. ¿Por qué es una buena noticia?
Estoy convencido que la gente rechazó mayoritariamente al PRI por la percepción, ganada a pulso, de que se trata del partido más corrupto de México. La corrupción fue la que hirió, quizá de muerte, al PRI en esta elección. No es gratuito. Como dije, el PRI se ganó su mala fama. Desde que regresó al poder en 2012, hemos escuchado varias historias de corrupción escandalosa donde han estado implicados gobernadores, secretarios de Estado y hasta el mismísimo Presidente. Destacan la Casa blanca, propiedad de la primera dama y financiada por un contratista del gobierno. Los millones de dólares que salieron de la empresa brasileña Odebrecht a cuentas que habría provisto Emilio Lozoya, primero encargado de asuntos internacionales de la campaña de Peña, luego director general de Pemex. Ahí están, también, los miles de millones de pesos de la “estafa maestra”, varios de los cuales desaparecieron en empresas fantasma. Todos estos casos han quedado impunes.
Agréguese los abusos y enriquecimiento ilícito de Javier Duarte, César Duarte, Roberto Sandoval, Roberto Borge, los hermanos Moreira, Rodrigo Medina y Miguel Alonso. ¿Quién, en su sano juicio, podía haber votado por el PRI, aunque en la boleta haya aparecido un funcionario honesto como Meade?
No había manera. El electorado no es tonto. Sabe castigar y, en esta ocasión, castigó, y duro, al PRI por la corrupción. En este sentido, me parece una excelente noticia por el mensaje que ha enviado el electorado: “No vamos a tolerar más a los corruptos. La corrupción sí tiene consecuencias, por lo menos en las urnas”. Espero que así lo hayan escuchado y entendido los priistas y los de los otros partidos, sobre todo los ganadores.
Ahora bien, aparte del castigo electoral, los corruptos deberían ser perseguidos judicialmente. Algunos exgobernadores ya están en ese proceso. Pero faltan los abusos cometidos por el gobierno federal. Al parecer quedarán impunes porque el ganador de la elección presidencial ha dicho que los perdonará. Habrá borrón y cuenta nueva a partir de diciembre. De hecho, López Obrador hasta agradeció a Peña por haberse portado bien durante estas elecciones. Muy generoso de su parte. Lástima porque, aparte del castigo en las urnas, la corrupción debe combatirse erradicando, también, la impunidad.
Twitter: @leozuckermann