Quedan pocos horas para decidir al nuevo campeón de la Copa Mundial de la FIFA donde Francia y Croacia se disputarán el partido de sus vidas, y así alcanzar una presea que los pondrá dentro de la historia más exitosa del deporte más hermoso y llamativo del mundo.
Situándonos desde el contexto del conjunto galo, es poco lo que se puede reprender de un seleccionado correcto, que ha venido de menos a más comenzando por su polémica victoria vía VAR ante el conjunto australiano y terminando en una justa victoria sobre el combinado belga gracias a un apreciable trabajo colectivo y una eficacia prominente bajo los tres palos, marcando goles en todos los juegos exceptuando el mediocre empate ante Dinamarca.
Y es que podemos defender que si bien el equipo ha dependido en ocasiones puntuales de jugadores como el joven Kylian Mbappé o Antoine Griezmann realidad dentro del contexto de la selección de Deschamps denota una escuadra muy eficiente en la creación de juego y en la definición, poseyendo gran cantidad de futbolistas con anotaciones como los antes mencionados e incluimos a otros como Benjamin Pavard, Paul Pogba y Samuel Umtiti resaltando que la solución a un partido cerrado no está en manos de un único jugador sino todo lo contrario: todos pueden orientarte en la senda ganadora.
Por supuesto, en donde hay buenos resultados también existen las imperfecciones, comenzando por la mala sintonía de sus zagueros a la hora de retroceder o cubrir espacios de peligro, donde futbolistas con excelentes cualidades han dejado retratados en más de una ocasión su capacidad de defender. No está demás decir que el equipo recibió tres goles en octavos de final ante la poco llamativa Argentina de Sampaoli.
Sin embargo, el plantel ha sabido corregir sus fallas y retomar el camino de la valla invicta, como en sus últimos encuentros ante Uruguay y Bélgica que, acompañado de una definición en los noventa minutos reglamentarios, dan como producto una camarilla descansada, eficiente y preparada para el partido más importante de sus carreras.
Pasando al conjunto balcánico es de resaltar el milagroso y motivador camino recorrido de los dirigidos por Zlatko Dalic, un técnico que asumió a finales del año anterior y pudo pasar del repechaje a ser primero de grupo y posteriormente finalista de una edición de Copa del Mundo. No hay duda de su diestra capacidad a la hora de definir capítulos difíciles o dificultades adversas, puesto que el plantel ha sabido sobreponerse tres veces al resultado en contra en los inicios de un encuentro (Dinamarca, Rusia e Inglaterra) para así participar en su primera final.
Esta selección ha alcanzado el título de ser la mejor generación de futbolistas de su país desde la establecida por Davor Suker en 1998 y ahora, de la mano del (seguro) balón de oro del torneo Luka Modric buscarán reforzar su trabajo duro (y para muchos utópica desde el principio), llevando un título soñado por todos los que juegan este deporte a nivel profesional.
Como única desventaja, el plantel posee más minutos jugados que cualquier otra selección y técnicamente un partido más que su rival debido a los tres tiempos extras jugados en fases decisivas (noventa minutos más) posibilitando un mayor desgaste en sus futbolistas. No obstante, nada debería ser mejor motivador que una final de mundial de fútbol para dar un poco más del cien por ciento en cada una de las piezas del conjunto vatreni.