En una excepcional entrevista con Andrés Oppenheimer en Reforma y otros diarios, Juan Manuel Santos, el mandatario saliente de Colombia, compartió una serie de reflexiones sobre Venezuela, que debieran conocer todos los demócratas de América Latina. De acuerdo con el Premio Nobel de la Paz, el equipo y la Asamblea Constituyente de Nicolás Maduro preparan una nueva constitución, que será divulgada después de las elecciones del 20 de mayo. Dice Oppenheimer: “Según Santos, la nueva Constitución convertiría oficialmente a Venezuela en una dictadura como Cuba”.
Conviene recordar que Santos no es ningún enemigo de Maduro o del chavismo. Se reconcilió con Hugo Chávez al ascender a la presidencia en 2010; negoció un acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC, gracias a su buena relación con el venezolano, y fue sólo después de la firma de los acuerdos de La Habana que comenzó a cuestionar los métodos de Maduro en la OEA o el llamado Grupo de Lima. Santos explica: “La información que yo tengo es que entre los (350) artículos (y 18 cláusulas transitorias) está, por ejemplo, abolir el sufragio universal y establecer un sistema muy parecido al de Cuba, en que las elecciones son una especie de elecciones corporativas… También tengo entendido que van a establecer una serie de modificaciones en cómo se define “traición a la patria” para tener más instrumentos supuestamente legales para poder reprimir a la población”.
Maduro contiende el 20 de mayo contra un solo candidato opositor, Henri Falcón, que, sin embargo, no cuenta con el apoyo de ningún otro sector de la oposición. Existe la fundada sospecha de que una serie de encuestas “patito”, que sugieren una contienda cerrada, sólo sirven para construir un aura de legitimidad en torno a comicios que han sido ya denunciados por buena parte de la comunidad internacional, empezando por la abrumadora mayoría de los países importantes de América Latina. La idea es que Maduro gane por cuatro o cinco puntos, Falcón acepte el resultado y nadie pueda cuestionar el desenlace. De ese modo se sentarían las bases para hacer pública la Constitución revelada por Santos y otorgarle el sello de legitimidad necesario para cancelar lo poco que queda de la vieja democracia venezolana (imperfecta, sin duda).
De confirmarse los vaticinios del presidente de Colombia, la región seguramente invocará el artículo correspondiente de la Carta Democrática Interamericana y procederá a buscar los votos necesarios para expulsar a Venezuela de la OEA. No le importará mayormente a Maduro, salvo que ello le suspendería también su membresía en el Banco Interamericano de Desarrollo. Pero Caracas se acercaría peligrosamente a la aplicación de sanciones petroleras por parte de todo el hemisferio y la Unión Europea.
¿Y a nosotros qué, en plena campaña electoral? Mucho. La coordinadora de campaña de Andrés Manuel López Obrador ha criticado con dureza al gobierno de Maduro, aclarando que AMLO comparte su postura. ¿En algún momento la volverá explícita? Y, de ser el caso, ¿la compartirán los Taibos, Padiernas y Batres del universo Morena? ¿O en realidad sentirán un poco de envidia pragmática? ¡Qué lástima que no se pueda hacer lo mismo en México! Existe una forma muy simple para disipar cualquier malentendido: manifestar un repudio contundente a la nueva Constitución chavista de Maduro, sin ambages ni evasivas.