Luis Echeverría inventó una variante de la tradición del destape: destapar, no a uno, sino a siete presidenciables que supuestamente competían por la adhesión de las «fuerzas populares». Pero los mariachis callaron, esperando la señal del Dedo Elector. Un dinosaurio del PRI (Rubén Figueroa) descalificó a todos los señalados con una frase que se volvió célebre: «La caballada está flaca».
Hoy que los aspirantes se destapan solos, diría lo mismo de los presidenciables que estarán en la boleta electoral: Andrés Manuel López Obrador (Morena), Ricardo Anaya (PAN y PRD), José Antonio Meade (PRI), Jaime Rodríguez «El Bronco» (independiente) y Margarita Zavala (independiente, que después renunció).
Zavala fue la puntera (por arriba de AMLO) en una encuesta de Reforma (14 de agosto de 2016). Pero Anaya, que se había apoderado del PAN, en vez de apoyarla para que el PAN recuperara la presidencia, provocó su salida. Fuera del partido, su candidatura se hundió por las limitaciones que impone la partidocracia a los independientes; también por ser esposa del ex presidente Calderón (elegirla parecería reelección) y por el simple hecho de ser mujer. A diferencia de muchos otros países, México nunca ha tenido presidenta.
El Bronco es ingeniero agrónomo. Fue diputado federal y local, así como presidente municipal, con el PRI. Se lanzó como independiente a la gubernatura de Nuevo León y la ganó (primer caso en la historia del país). Gobernó un par de años y pidió licencia para buscar la presidencia. De ganarla, ya no podría (legalmente) renunciar para lanzarse por la secretaría de las Naciones Unidas, aunque el Congreso lo autorizaría con gusto.
Meade es licenciado en economía y en derecho. Tiene experiencia administrativa. Ha sido secretario de Energía, Hacienda, Relaciones Exteriores y Desarrollo Social con el PAN y el PRI, como una especie de técnico universal. Nunca ha tenido puestos de elección popular.
Anaya es el candidato más joven. Es abogado y fue legislador. No tiene pinta presidencial. Parece un estudiante, a diferencia de Meade que tiene empaque de alto funcionario. A pesar de lo cual, Anaya (no Meade, como esperaba el PRI), se ha colocado en segundo lugar en las encuestas. Es inteligente y sabe argumentar, como lo mostró en los debates entre candidatos; en contraste con AMLO, al que incomoda el tú por tú (prefiere los monólogos lentos y autoritarios). Ha cometido errores políticos (operaciones inmobiliarias que despertaron suspicacias, tener a su mujer y sus hijos fuera del país). Y abusos: aprovecharse (como AMLO) de la jefatura del partido para imponerse como candidato.
AMLO es licenciado en ciencias políticas. Fue presidente del PRI tabasqueño. Fue de los fundadores del PRD, que luego presidió y abandonó porque no pudo imponer su candidatura a la presidencia de la república. Ahora preside el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), una especie de Movimiento Yo. Es el candidato con más pinta presidencial, algo que le ayuda a tener el primer lugar en las encuestas. Actúa con aires de superioridad moral, con un dejo arrogante, santurrón y despectivo.
Pero es un santo rodeado de personajes controvertidos, a los cuales defiende o de los cuales se distancia cuando estallan los escándalos. Ha venido sucediendo desde su jefatura del Distrito Federal, cuando se difundieron videos comprometedores de cercanos suyos: René Bejarano («El Señor de las Ligas») empaquetando fajos de billetes recibidos de un empresario. Carlos Ímaz recibiendo otros fajos del mismo empresario. Gustavo Ponce apostando en Las Vegas, a donde viajaba con frecuencia. En 2017, hubo más fajos de billetes en un video protagonizado por Eva Cadena. Y, en 2018, Napoleón Gómez Urrutia «Napito» (que llegó como prófugo a Canadá) y Nestora Salgado (acusada y absuelta de secuestro) fueron cobijados por AMLO con candidaturas al Senado.
En esta perspectiva generosa, se entiende su propuesta de amnistía a los capos del crimen, como solución a la violencia. Parece convencido de que, dándoles su absolución, no volverán a pecar.
AMLO y El Bronco tienen rasgos comunes: experiencia ejecutiva, lenguaje pintoresco, espíritu burlón, falta de respeto a las reglas y una larga militancia en el PRI, antes de abandonarlo. Además, son los únicos provincianos y los únicos sexagenarios. AMLO tuvo un infarto.
La caballada está flaca, y el desenlace peor sería tener un presidente hospitalizado por un segundo infarto, mientras los personajes que lo rodean se disputan el poder.
Votaré por el que llegue en segundo lugar en las encuestas, aunque sea Anaya.