Uno cree que otras personas tienen todo, o por lo menos, dan la apariencia de que les va mejor y que son más felices que nosotros. Ya sea que tienen una casa más bonita, hijos más exitosos, maridos más cariñosos, cuerpos más delgados o mejor formados, profesiones más prestigiadas, en fin, la vida pareciera ser mucho más noble del otro lado.
Cuando se observa la ventana del vecino, siempre parece que su vida es mejor. Más abundante y desde luego, no tienen tantos problemas, ni cargan con las preocupaciones personales. Ante los ojos propios, los otros parece que tienen la vida mucho más fácil, más cómoda y más tranquila.
La realidad, es que nunca se puede saber qué es lo que sucede enfrente. Por mejor que parezca la vida de los otros, tenemos una visión limitada y no sabemos qué pasa a puerta cerrada. Cuando se vive viendo hacia afuera, comparándose con los demás, uno termina llenado su alma de malestar. Ya que solo nutre las carencias e incrementa sus vacíos, por lo que la envida y el enojo impide que uno pueda valorar lo que tiene y pueda apreciar lo que tiene el vecino.
Las apariencias engañan y confunden porque lo que se percibe, además de ser solo una parte parcial, también puede es una falsa interpretación de lo que sucede, una apreciación totalmente subjetiva, basada en fantasías imaginarias.
Cada semana recibo preguntas donde las personas preguntan ¿por qué a mí vecino le va mejor, si los dos tenemos en mismo negocio? Escucho en las sesiones privadas ¡el matrimonio de mi amiga es mucho mejor que el mío! Me han llegado preguntas de ¿por qué mis hijos no tienen lo que tienen sus amigos, si ellos son más inteligentes o más trabajadores?… Todas estas dudas son cuestiones reales, las cuales no están fincadas en la envida, ni en el deseo que a los otros les vaya mal. Al contrario, son preguntas sinceras, sin malicia.
Son dudas que todos llegamos a plantearnos en algún dado momento, la cuestión es que estas preguntas están basadas en observaciones superficiales, que no tienen la historia completa, lo que causan que se dirija la atención a los demás, impidiendo encontrar la felicidad y el tesoro que cada uno tenemos en casa.
LA RECETA
Valorando lo que tengo
INGREDIENTES:
- 1 taza de gratitud – apreciar y cuidar lo que se tiene
- 1 pieza de confianza – saber que cada quien tiene lo que necesita
- 2 manojos de ojo noble – encontrar las cosas que se tiene
- 1 ramita de alegría – poder disfrutar los momentos enfocándose en el aquí y el ahora
- 2 cucharadas de humildad – reconocer los pequeños detalles sin exigir lo que no se tiene
Afirmación positiva: Tengo lo que necesito para ser feliz y vivir una buena vida, estoy contento por lo que tienen los otros. Estoy en paz con el universo y sé que lo que ocupo me llega en el tiempo preciso.
COMO ENCONTRAR EL TESORO PERDIDO
- Hay que enfocarse en uno mismo y valorar todas las posibilidades que uno tiene Cuando se acepta la realidad el potencial personal se fortalece y las justificaciones se diluyen, lo que otros tienen deja de ser importante y la calidad de vida se mejora notablemente
- La aceptación incondicional libera los miedos que paralizan el desarrollo personal. Quererse y encontrar las potencialidades y las bendiciones propias, ayuda a aceptar las diferencias y motiva a trabajar en las debilidades personales, sin comparaciones ni envidas.
- Poder ver al otro con alegría y paz sazona la vida con amor y abundancia. Cuando uno puede vivir sin juzgar ni desear lo que otros tienen, se puede alegrar por la buena suerte de los demás y valora lo que tiene y concibe el mundo con abundancia, plenitud además de vivir con gusto que se transmite y se comparte.
La persona que sabe agradecer lo que tiene y se alegra por lo que tienen los demás sin envidiarlos es una persona que ha encontrado la llave de la felicidad y la abundancia.
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PHOTO BY LUISVILLA 
