Tengo la impresión de que, en los últimos días, López Obrador se ha radicalizado en cuanto a su agenda de gobierno.
En la larga entrevista que le hicieron en Milenio Televisión, claramente dijo que echaría para atrás dos reformas estructurales fundamentales de este sexenio: la educativa y la energética.
Además, reiteró su compromiso de cancelar el mayor proyecto de infraestructura de la historia del país: el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM).
Mientras algunos de sus colaboradores tratan de atenuar sus propuestas, la realidad es que el mismísimo candidato, que sería el Presidente de México en caso de ganar, apunta, con todas sus letras, hacia un viraje radical al tipo de modelo de desarrollo que hemos tenido en el país en las últimas décadas.
¿Se vale? Desde luego. Hay muchos mexicanos que piensan que esas reformas, y proyectos como el NAICM, son una desgracia y merecen, por tanto, cancelarse. Pero que ya no nos vengan a vender que López Obrador es, en realidad, un candidato más moderado y pragmático que en el pasado.
¿Qué explica el sutil giro radical del candidato de Morena?
Creo que las encuestas. AMLO ganó una mayor ventaja durante el periodo de intercampañas.
De acuerdo con el Modelo Poll of Polls de oraculus.mx, hoy le lleva una ventaja de 13 puntos porcentuales al candidato que se encuentra en segundo lugar (RicardoAnaya).
Es una diferencia considerable. Si la ventaja fuera menor, me parece que seguiría en el ejercicio de moderarse para irse ganando a los votantes más centristas y sin identificación partidista.
Pero trece puntos de diferencia ya le permiten deschongarse: hablar de la agenda que está más cercana a su corazoncito, la de echar para atrás todo lo que huela al modelo de desarrollo económico orientado hacia el mercado que él despectivamente llama como “neoliberal” o “neoporfirista”.
Ahora bien, quedan casi tres meses de campaña donde todavía pueden pasar muchas cosas. Me parece, en este sentido, que López Obrador irá calibrando su agenda conforme se muevan las encuestas.
Si se mantiene la actual diferencia con respecto al segundo lugar, seguirá prometiendo cambios radicales. Si se incrementa, incluso podrá radicalizarse más.
En cambio, si empieza a perder terreno, regresará a la moderación, reaparecerá Alfonso Romo con la intención de no asustar al electorado más centrista que todavía tienen dudas sobre él.
¿Y qué pasará después del primero de julio? Si gana la Presidencia por un buen margen, y la coalición de partidos que lo apoya obtiene muchos escaños en el Congreso, eso le facilitará llevar a cabo cambios más radicales sin costos políticos altos.
De hecho, yo estoy convencido que si gana va a tratar de ampliar el número de legisladores a su favor “robándose” a los priistas.
Y el PRI, que tiene en su ADN el ser el “partido del Presidente”, gustosamente aceptará la cooptación de López Obrador.
Por tanto, su agenda radical tendrá una buena probabilidad de hacerse realidad si es elegido por un margen alto y consigue, a priori y a posteriori, una sólida presencia en el Congreso.
Si gana la Presidencia con un margen más apretado, pues ahí sí tendrá más problemas con una agenda radical.
Inevitablemente, deberá moderarse para, por lo menos, sacar algo adelante, quizá cambios importantes en las partidas del Presupuesto de Egresos de la Federación.
Donde más se radicalizará es si pierde la ventaja que hoy tiene y vuelve a perder la Presidencia. Esto con el objeto de permanecer como el líder indiscutible de Morena y candidato presidencial en 2024. Tal como hizo en 2006 y 2012, argumentará que le hicieron fraude y que su movimiento, por tanto, pasará a la “resistencia pacífica” en contra de la “mafia del poder”.
Se cobijará con las bases más radicales de Morena, el PT y la CNTE para hacerle la vida imposible al ganador de la elección presidencial. Su promesa de reconciliación social se quedará en eso: en promesa.
Desde la izquierda más radical, hará lo mismo que en el pasado: polarizar al electorado en un intento para hacer fracasar al gobierno 2018-2024 preparando el terreno para retornar como el candidato antisistémico en seis años.
En conclusión, la agenda lopezobradorista –más radical o más moderada– dependerá de la ventaja que lleve sobre sus contrincantes.
Hoy, con trece puntos de diferencia, ya se está dando el lujo de bajarle al discurso más pragmático y moderado.
Twitter: @leozuckermann