Adentrarse en el mundo del vino es dejarse seducir por un romance en constante evolución. Así es Rioja, la famosa región española que con sus vinos despierta grandes amores. También conocida como la de los Siete Valles, las tierras riojanas son fertilizadas con las aguas que descienden de la cordillera ibérica, y con su clima mediterráneo y continental, que producen uvas jugosas y dulces en todos sus viñedos.
La mayor parte de su superficie está cultivada con la cepa Tempranillo, considera como la uva autóctona de Rioja. Dependiendo del viñedo en el que se cultive esta uva, los vinos producidos con ella brindan un abanico de aromas con constantes cambios, en los que se distinguen sensaciones diferentes en cada sorbo. Son vinos que hacen bien la tarea para la cual fueron creados, que es gustar a los paladares, y por supuesto, dar mucho de qué hablar.
La uva Tempranillo recibe su particular nombre por su madurez temprana, anticipada por varias semanas a la del resto de las demás variedades. Es una uva que requiere recibir bastante exposición solar para generar el característico color de su piel, cuya adecuada pigmentación determina el color del vino, además de un balance de concentración de azúcar. Las hojas grandes y pentagonales de esta variedad, regalan a los amplios horizonte una paleta de colores que van de los rojizos, a los verdes vibrantes y cálidos dorados.
Para entender y saber escoger el más adecuado para cada momento, debe saberse que la recolección en el punto óptimo y el tiempo de envejecimiento influyen en el sabor final. En el caso de la uva Tempranillo, su sabor se roba por un instante al alma para regresarla después muy contenta a la realidad; es un sabor que impresiona y apasiona.
Para disfrutar de los vinos tempranillo, su elegancia y su potencial aromática, existe la copa Riedel Tempranillo. La familia Riedel se especializa en crear bellas copas para cada tipo de uva, involucrando todos los sentidos para descubrir las cualidades auténticas de cada cepa. La copa tempranillo tiene un diseño alto y generoso de su cáliz, cuya base amplia se estrecha en el borde, con lo que se descubren los tonos frutales, notas de madera, notas especiadas de vainilla y chocolate. En los Reserva, la presencia de taninos se suaviza con el paso en boca aterciopelado, como si fuera sinfonía de sabores discretos pero con gran presencia; el vino perfecto para una plática con temas apasionantes.
Riedel nos demuestra que la forma y el tamaño tienen una influencia enorme en los sabores, al tener la forma especial que permite admirar las tonalidades de la Tempranillo, resaltando sus cualidades aromáticas y voluptuosas.