Cuando doy catas siempre recuerdo una escena de la película Beso Francés, en la que el astuto personaje Luc le enseña Meg Ryan a identificar los muchos sabores del vino de una manera divertida, dándole a oler frascos con diferentes esencias flores, frutales y de maderas, y después la hace probar el vino, y mágicamente, Meg puede saborear en los sorbos que toma los aromas de los frasquitos que olió.
No se trata de magia, sino de una realidad que influye en los vinos franceses, españoles, mexicanos y de todo el mundo. Aprender a distinguir los matices del vino implica práctica y más práctica, y uno de los ejercicios más útiles para identificarlos es olerlos por separado, tal como en la película. Se pueden preparar de forma casera pequeños frascos con algunos de los aromas más habituales, como café molido, hierba recién cortada, ciruelas maduras y hasta tabaco, que son algunos de los muchos aromas que solemos encontrar en los vinos riojanos.
Es que el con el olfato podemos visitar la famosa DOCa Rioja sin tener que estar ahí presentes, pues al distinguir en sus vinos las esencias de su cepa y de su bouquet, evocamos el aroma del campo, de los viñedos, de la tierra, de las bodegas y de las barricas de las bodegas riojanas.
Es común que me pregunten si los aromas a fruta madura y hierbas se agreguen al vino, y es válido porque si el vino se hace de uvas, entonces porqué habría de oler a chocolate o zarzamoras. Estos aromas no son agregados ni son invenciones del catador para tratar de parecer interesante, pues además de uvas al vino no se le agrega nada más que puro amor y paciencia, cualidades que han logrado que la DOCa Rioja sea una de las regiones productoras de vinos mejor consolidadas y favoritas en el mundo.
Los aromas son resultado de las características de cada uva, de su proceso de fermentación y de su crianza en barrica, por eso se emplean diferentes tipos de madera, para que ciertas notas se impregnen al vino. Con tantas variedades de uvas en Rioja, no es de sorprender que haya muchas riojas en sus vinos, pues en su elaboración se emplean uvas como Tempranillo, Garnacha, Mazuelo y Graciano, entre muchas otras.
Adentrarse en el mundo del vino es dejarse seducir por un romance en constante evolución. Así es Rioja, un tesoro español que a través de sus uvas y de sus vinos despierta tórridos amores. La combinación de su clima mediterráneo y continental, establece las condiciones necesarias para que sus vinos sean de excelsa calidad. En sus tierras fértiles, las hojas de las vides regalan al horizonte una paleta de colores, tan delicados como los aromas sutiles de sus vinos.