No, pese a la imagen que encabeza este número, no me pondré hablar sobre ciencias y matemáticas ya que subirme al «carro» de Stephen Hawking (quién falleció el 14 de marzo de 2018) alabando o recordando sus grandes aportes a la humanidad sería muy presuntuoso… porque sé poco o nada de física y teorías con fórmulas algebraicas aunque, sin embargo, ver la vida en retrospectiva de Hawking puede aportarnos cosas interesantes.
De una conferencia de Cambridge (2013) se recoge esta cita:
«Por muy difícil que pueda parecerles la vida, piensen que siempre hay algo que pueden hacer bien. Lo importante es no darse por vencido.»
Sí, parece una frase extraída de algún libro de superación personal pero la dijo un hombre que venció, por más de cincuenta años, los dos que le daban como expectativa de vida tras diagnosticarle con esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
¡Y vaya forma de hacerlo!
No solo vivió más de lo médicamente esperado sino que además se dio el lujo de explicarnos el origen matemático del Universo convirtiéndose, junto con Einstein, en los científicos más importantes del siglo XX.
Lo increíble para muchos es que no «necesitó» de la creencia en algún dios. De hecho, la simple idea le incomodaba y le parecía poco menos que absurda porque, recordemos, en casos de enfermedades o angustias el ser humano por lo general se ve en la necesidad de «aferrarse» a algo, y ese Algo muchas veces es un Ser intangible y superior pero el británico prefirió casarse con otro dogma: «lo importante es no darse por vencido».
No darse por vencido fue sin duda un mantra que se repetía constantemente y que nos puede servir, a todos, para valorar tanto lo que tenemos como a luchar por lo que queremos. Quizá, otro elemento de su pensamiento, puede ayudarnos a matizar y comprender un poco mejor cómo es que consiguió «aferrarse» a la vida:
“Tenemos esta vida para apreciar el grandioso diseño del Universo, y por eso, estoy extremadamente agradecido”.
Reza un mantra budista que «no tenemos todo el tiempo que creemos», y, en la praxis, aceptar que solo tenemos esta vida para apreciar al Universo (con todas sus criaturas), es, sin lugar a dudas, el pilar fundamental para luchar día con día con sobresalir en aquello que podemos hacer bien.
¿Para qué? Por el simple hecho de vivir.
El Dr. Stephen disfrutaba vivir, con todas las limitantes que día con día aprendía a sortear y a soportar porque tenía «ese» deseo que muchas veces nos hace falta, esas ganas de no darnos por vencidos. Fue aquello lo que lo mantuvo 76 años «rodando» por la tierra para desentrañar el Universo.
No se dio por vencido pese a tener una enfermedad que lo invitaba constantemente a «tirar la toalla». Eso es, quizá, el gran aporte de su vida: el poder está en tu mente no en las limitaciones que la física te ponga enfrente.
Cerraría con un descanse en paz, pero esta frase de 2011 es quizá un poco mejor:
“Considero (sobre la muerte) que el cerebro es una computadora que deja de funcionar cuando sus componentes fallan… No hay cielo o vida después de la muerte para las computadoras dañadas. Ese es un cuento de hadas para personas que le temen a la oscuridad”.
Gracias Steve por el fantástico ejemplo de vida.