Una universidad jesuita es siempre una universidad histórica, esto es, conformada en su identidad y sus funciones según las exigencias de la concreta realidad en la que se inserta. Esto quiere decir que no existe un modelo único de universidad jesuita, ni los modelos que existen lo son de una vez para siempre. La calidad e idoneidad de una institución universitaria de la Compañía de Jesús se mide, consecuentemente, en relación con la respuesta que da a las necesidades históricas del entorno en cada tiempo y lugar, es decir, por un criterio esencialmente político de pertinencia social. El saber que una universidad así cultiva es siempre un saber situado y crítico, cuya orientación central es la justicia y la vida verdadera para todos y todas.
La universidad ignaciana tiene, pues, la experiencia histórica de la realidad que la rodea y experimenta frente a ella la exigencia ética de trabajar para transformarla. En nuestro país, esa realidad la hemos experimentado como injusta e irracional, y la exigencia ética la vivimos como el impulso a trabajar a favor de aquellos cambios que propicien una realidad más justa, solidaria, libre, incluyente, productiva y racional. Esto lo queremos hacer universitariamente, y con espíritu cristiano.
Una universidad jesuita será entonces mejor universidad en la medida en que entienda mejor la realidad en la que se inserta y contribuya a transformarla con mayor eficacia desde el saber humano todo y a través de sus funciones sustantivas. Una universidad de la Compañía será de mayor calidad en la medida en que forme a los profesionales que la sociedad necesita para edificar y animar una sociedad más humana, más pacífica, más solidaria y equitativa. La calidad académica de una institución ignaciana será mayor en tanto sus conocimientos y saberes surjan de la realidad social a la que se debe y respondan de manera más adecuada a las necesidades que esa realidad le plantea. Una universidad nuestra será excelente académicamente cuando su docencia, su investigación, su vinculación social y la innovación que realiza sean pertinentes socialmente: transmitir, construir, gestionar, conocimientos que tengan que ver con la concreta realidad socio-profesional de las carreras, con la particular realidad sociopolítica del país, y con el proyecto futuro de nuestros pueblos. Una universidad de calidad es, pues, aquella que es pertinente para el entorno, para su contexto concreto, desde un saber riguroso, avanzado, crítico y flexible.
Estos presupuestos, emanados de las orientaciones de la Compañía de Jesús para sus obras educativas, han estado a la base del desarrollo de nuestra Universidad durante sus 75 años de trayectoria y estarán igualmente presentes nuestra planeación al 2030. Son, en realidad, el horizonte de sentido en el que desarrollamos nuestra tarea universitaria.
Nuestra Universidad cumple en estas fechas su 75 aniversario. Es decir, la IBERO es una Universidad consolidada, pero todavía joven, si la comparamos con las universidades más prestigiadas en el mundo. Tiene actualmente poco menos de 13,500 estudiantes –once mil de licenciatura, unos 1,400 de posgrado, cerca de 400 del nivel Técnico Superior Universitario (TSU) y más de 600 en preparatoria-. Tenemos ahora 34 programas de licenciatura, 42 de posgrado y 5 de TSU.
Pero, además de tener programas académicos de docencia, somos una Universidad que hace investigación y que se relaciona con el entorno. Una de nuestras actividades es dar clase, preparar profesionales, pero no es este el objetivo esencial de la IBERO. Su objetivo mayor es ayudar al desarrollo local, regional y nacional, para hacer una sociedad más humana, más justa y más fraterna. Una actualización de la redacción de nuestra Misión Institucional la van a encontrar en muchas de las puertas de nuestras oficinas. Todo esto lo hacemos a través de nuestros programas de docencia, investigación y vinculación e incidencia social, mediante la formación de profesionales comprometidos, críticos y participativos, pero también mediante la elaboración de estudios y propuestas, de numerosas publicaciones, así como con proyectos de intervención comunitaria y empresarial.
En nuestros diecinueve departamentos académicos y en cuatro institutos de investigación e incidencia, contamos con unos cincuenta proyectos de investigación y trabajamos en decenas de comunidades, colonias y espacios temáticos en los cuales servimos a la sociedad en su conjunto, en particular a los más pobres o a las personas más vulnerables.
La IBERO CDMX, además, pone a disposición de todos sus alumnos una gama muy rica de elementos, espacios, procesos, que les pueden ayudar a conseguir sus metas, a formarse como personas y a preparar su vida profesional, desde una concepción integral de la formación. Tenemos:
- un cuerpo docente competente y de excelente calidad –cerca de 400 académicos de tiempo fijo y unos 1,800 de asignatura-, la totalidad de los cuales tiene posgrado. De estos, más de una centena son parte del Sistema Nacional de Investigadores;
- personal administrativo y de apoyo académico dedicado y atento;
- importantes instalaciones deportivas de primer nivel, con instructores y entrenadores profesionales y capacitados extraordinariamente;
- una biblioteca de 700 mil volúmenes en acervo, con casi mil títulos vigentes de hemeroteca en papel y un medio millón de libros electrónicos y bases de datos;
- talleres culturales para hacer teatro, danza, canto, literatura, etcétera;
- 51 laboratorios de cómputo con cerca de 1,200 computadoras para uso de los alumnos, con cuentas individuales y acceso a la nube-ibero en la que se encuentran disponibles todos el software que requiere un estudiante ordinario de la Universidad;
- casi 300 salones equipados con los últimos avances en tecnologías de la información y la comunicación;
- un ambiente fraterno, libre, rico y estimulante para el estudio y el conocimiento de nuevas y complejas realidades;
- otorgamos cerca de 450 millones de pesos anuales en becas como apoyo para quienes tienen necesidad de ello. De estas becas, más del 80 % va a estudiantes tradicionales de la Universidad, es decir a clases medias y acomodadas, y apenas poco menos del 20% a sectores populares de nuestro programa que se llama “Si quieres… puedes”;
- un Centro Universitario Ignaciano, para formar el espíritu y hacer transparente nuestra inspiración cristiana mediante ejercicios espirituales, retiros y acciones de solidaridad activa;
- numerosos servicios adicionales como orientación profesional, tutorías, bolsa de trabajo, enfermería, etcétera;
- contamos con cuatro comedores: La Terraza, La K-rpa, El Cubo y Natura Deli; además de tres cafeterías concesionadas (Society, Capeltic y Cielito Querido Café). En total, los comedores sirven entre 4 mil 500 y 5 mil comidas diarias;
- el servicio de transporte para estudiantes y trabajadores denominado Iberobús cuenta con 10 rutas habilitadas para cubrir diversos puntos del área metropolitana de la Ciudad de México, el Estado de México y el Valle de Toluca. Al día, las unidades realizan 230 viajes y cubren el total de horarios de la Universidad;
- la IBERO cuenta con una cancha oficial de futbol soccer, un gimnasio, campo de beisbol, seis canchas de tenis (dos techadas), dos canchas de voleibol (una techada), tres canchas de basquetbol (una techada), tres canchas de padel, salón de spinning dos salones de usos múltiples para actividades físico-recreativas, una cancha de volibol de playa y una pista de atletismo, con área de saltos;
- cuenta con sucursales bancarias de Banamex y Santander, así como cajeros automáticos de Banamex, Santander, Banorte y Bancomer;
- también, tiene las librerías Gandhi y Trillas. Asimismo, dentro del campus, se puede encontrar una sucursal de Lumen y otra de Mister Fix, que trabaja de la mano con Office Depot, donde los alumnos pueden conseguir material de papelería y equipo de cómputo sin tener que salir de la Universidad.
Todo esto existe porque queremos que nuestros estudiantes lo aprovechen para crecer de manera integral e integrada. Nuestra idea, como ya señalé, es la de la formación en todos los aspectos de la persona, y no sólo la mente, la razón o la capacidad profesional de las personas. Queremos que alumnos y alumnas sean parte de la comunidad universitaria y que compartan plenamente nuestro espíritu y objetivos.
La IBERO CDMX cuenta en su historia con más de 60 mil egresados que son reconocidos en todos los ambientes en todo el país. Nos enorgullecen particularmente aquellos y aquellas que tienen un impacto en el mejoramiento de la sociedad, en la innovación y en general en la elevación de los niveles de vida de toda la gente.
La IBERO Ciudad de México es una gran universidad. Es una institución de inspiración cristiana, confiada a la Compañía de Jesús, comprometida socialmente, y que pretende apoyar a los jóvenes en su formación como personas y como profesionistas.
Vale la pena subrayar que lo que nosotros que lo que nosotros ofrecemos no es sólo un título profesional mediante el cual nuestros egresados y egresadas podrán cobrar posteriormente sus servicios profesionales, sino sobre todo una formación que les va a ser útil en su vida personal y profesional, y que va a servir al conjunto social. Quienes reduzcan sus expectativas a únicamente obtener un título profesional con nosotros, están en la institución equivocada.
La Iberoamericana ofrece también ampliar los horizontes vitales de sus estudiantes. Queremos que ellos y ellas hagan más grande su comprensión del mundo en que viven, deseamos enseñarles a convivir con modos diversos de ser y de pensar. Esta Universidad no es para convivir con los iguales -al menos no únicamente-; es también para interactuar con personas de distintas clases sociales, de diferentes modos de pensar y de actuar. Nuestro mundo es plural, es maravillosamente diverso, Dios mismo sonríe con esa pluralidad. Aquí queremos prepararlos para el mundo real, para la tolerancia, el diálogo y la convivencia humana, no para reforzar sus propias concepciones, sus propias ideas y, a veces, sus propios prejuicios. Hay que recordar que en la IBERO hay muchachos y muchachas provenientes de comunidades indígenas, personas que trabajan con sus manos, compañeras y compañeros que no han tenido en la vida las mismas oportunidades que la mayoría de los estudiantes de cualquier universidad y que nos enriquecen enormemente con su presencia.
Brindar una educación de gran calidad académica es algo que siempre nos ha caracterizado. Pero también nuestra intención de formar en valores y en el compromiso social. En eso consiste precisamente nuestra inspiración cristiana.
A propósito de este aniversario recomiendo releer el Ideario de la Universidad Iberoamericana para refrescarlo y constatar que nuestra inspiración ha permanecido felizmente intocada. En la IBERO Ciudad de México le apostamos a una pedagogía en libertad, a un claro compromiso social y a una inspiración cristiana que lleva a la apertura a los demás y al deseo de transformar este mundo para hacerlo más equitativo, más humano, más como Dios lo quiere, porque Dios es Padre-Madre de todos y todas.
Mi deseo es que la IBERO pueda contribuir efectivamente a la formación humana y profesional de las nuevas generaciones. Que quienes somos personal administrativo y docente vayamos desterrando prácticas aún existentes que refuerzan la intolerancia, el elitismo, la exclusión, la denigración de nuestras potencialidades, la colonización intelectual y cultural, y reforcemos, en cambio una cultura y un pensamiento propios que sirvan a nuestros intereses como país, hagan homenaje a la tolerancia y el respeto, propicien la colaboración, nos abran sin sucumbir y nos conduzcan, finalmente, a la edificación de un mundo compartido por todas y todos, en donde la justicia y la compasión se queden a vivir entre nosotros.
La Iberoamericana es una gran universidad. Felicitaciones a todos y todas.
Ciudad de México, marzo de 2018
Mtro. David Fernández Dávalos, Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México