Desde el jacuzzi de mi suite en Grand Velas Riviera Nayarit estudio el océano que se alarga hacia al horizonte, con gran concentración, saboreando estos días de descanso total, donde el ocio reina. He entrado en ese estado de paz donde mi mente se separa de mi cuerpo, dejándolo atrás para aventurarse en aquellas meditaciones profundas donde toda la verdad del universo se revela, solo para desvanecerse entre memorias al abrir los ojos.
Me encuentro en una de las joyas mas brillantes de la costa mexicana: la Riviera Nayarit. Ubicado en el bello estado de Jalisco, este destino es una combinación de belleza natural y lujo. Cascadas de vegetación se mezclan con los árboles que las sostienen, verdes, vibrantes, vivos.
Un paraíso frente a las costas del Pacífico mexicano, Grand Velas ofrece un renombrado Todo Incluido de Lujo, hospitalidad de clase mundial, indiscutible experiencia gourmet y una espectacular selección de suites de lujo.
Situado en las cálidas y hermosas playas mexicanas de la Riviera Nayarit en Nuevo Vallarta, distinguido miembro de The Leading Hotels of the World y altamente premiado con el el 5 Diamond Award que otorga la AAA, el premio Most Excellent Spa Hotel de la revista Condé Nast Johansens y el premio Best Luxury Hotel in the World de Traveler´s Choice que otorga TripAdvisor, encontramos el exclusivo resort Grand Velas All Suites & Spa, un exclusivo resort all inclusive que cumple todos nuestros caprichos.
La Riviera Nayarit tiene una belleza increíble; sus mares, ríos, lagos, montañas y el calor de su gente le añaden a su encanto algo que sólo se podría encontrar en nuestro bello país. Justo es ahí, envuelto por esa belleza tropical, que se encuentra el mejesturoso Grand Velas.
Ataviado con un océano azul infinito, arena complaciente y sierra salvaje y ubicado al norte de Puerto Vallarta en Bahía de Banderas, Grand Velas es un destino en sí mismo. Sus largas playas, su arena blanca y sedosa, y su excelente clima enamoran siempre a todos los que somos testigos de su encanto.
Bajo el potente sol de medio día, una fresca brisa trae consigo un aroma a arena caliente y un rocío de agua salada, confundiendo el crujir de las olas con el tranquilo latir de mi propio corazón. En un estado de total relajación contemplo los azules de la albera, del mar y del cielo, sin dejar que ni un pensamiento se asiente en mi mente por más de un momento. Desaparecen las horas como espuma en la arena, esfumándose para siempre sin trazo alguno.