Increíble lo que estamos viviendo en estos días de tantos medios de comunicación y redes sociales. Métodos propagandísticos que hubieran puesto a salivar a los grandes manipuladores de los regímenes totalitarios como Joseph Goebbels en la Alemania nazi. Todo gracias a esa herramienta poderosísima que es Facebook.
Resumo la historia. Cambridge Analytica (CA) es una empresa que usa datos con fines propagandísticos. Dos de sus principales clientes han sido la campaña a favor del Brexit en la Gran Bretaña y la presidencial de Trump en Estados Unidos.
Esta compañía obtuvo, al parecer de manera ilegal, los perfiles de 50 millones de usuarios estadunidenses de Facebook, a pesar de que esta plataforma promete que los datos no pueden ser transferidos ni vendidos, sino solamente usados dentro de la aplicación.
CA, por tanto, pudo conocer un montón de información de los gustos, prejuicios y preferencias de los votantes. Luego, a cada uno de ellos les envió publicidad personalizada con la intención de favorecer a Trump incluyendo noticias falsas publicadas por medios y blogs ficticios.
El estratega detrás de esta operación fue Steve Bannon, coordinador de la campaña presidencial republicana. CA no sólo tergiversó los hechos, sino que inventó realidades alternativas. Vale la pena mencionar que, según Facebook, la seguridad de sus datos no fue vulnerada. El hecho, sin embargo, es que CA tuvo en su poder los datos de millones de usuarios que luego usó para manipularlos.
Cuando hablamos de manipulación política inmediatamente pensamos en los regímenes totalitarios del siglo pasado.
En los grandes propagandistas del nazismo, como Goebbels, o del comunismo, como Willi Münzenberg. Difícil imaginar algo similar en democracias liberales donde existen muchos medios de comunicación y se respetan los derechos a la libre expresión y pluralidad de las ideas. Pero eso está cambiando por culpa de las redes sociales.
La gente, en lugar de consultar diversos medios con distintos puntos de vista, sigue las noticias y opiniones que confirman sus prejuicios. No están dispuestos a escuchar algo diferente. Al revés. Quieren ver y oír a los que piensan como ellos.
Esto ha permitido que crezcan personajes como Trump que polarizan al electorado ofreciéndoles a sus bases lo que quieren escuchar. Refuerzan sus puntos de vista en temas específicos como el derecho a poseer armas, la expulsión de migrantes o la urgencia de bajar los impuestos.
Gracias a los datos de Facebook, CA diseñó una propaganda para cada uno de ellos reforzando sus prejuicios a favor de la agenda trumpista y en contra de la de Hillary Clinton.
En 1950, Leonard W. Doob publicó en la revista académica The Public Opinion Quarterly un artículo titulado “Los principios propagandísticos de Goebbels”. El primero de ellos tiene que ver con la importancia de contar con inteligencia sobre la opinión pública para diseñar la propaganda. En el caso de la Alemania nazi, la principal fuente de datos la proveía la policía secreta.
El ministro de Propaganda de Hitler, además, consultaba a gente que supuestamente conocía los sentimientos del pueblo alemán, entre ellos su madre. Imagine usted la felicidad de Goebbels si hubiera tenido acceso al perfil de la gran mayoría de los alemanes en una plataforma como la de Facebook. Pues eso es lo que obtuvieron Bannon y los señores de CA al robarse los datos de la red social más importante del planeta.
De acuerdo con el diario de Goebbels que analizó Doob, la postura moral del propagandista nazi era muy clara: él contaba la verdad, sus enemigos las mentiras. No había medias tintas. Pues el mismo principio utilizaron los
propagandistas de Trump. Un mundo de blanco y negro sin ningún tipo de matices.
Todo lo que decía Trump era verdad. Todo lo que decía Hillary mentiras. Lo que publicaban los medios tradicionales era fake news. Por tanto, mejor vean Facebook. Ahí, en las redes, está “la verdad”. No tienen que ir lejos.
Está en su propia página. Ahí aparecerá la información que ustedes quieren ver. Sólo denle click. Muchos cayeron en la trampa. Y hoy, ese manipulador, despacha en la Casa Blanca. Desde el infierno, Goebbels y Münzenberg deben de estar aplaudiéndole a rabiar.
Twitter: @leozuckermann