La semana pasada escribí, en este espacio, que la exención de los aranceles del acero y aluminio a México y Canadá, así como la visita de Jared Kushner a nuestro país, eran dos razones para incrementar nuestro optimismo de que habrá un buen resultado final en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y que esto permitiría destrabar otros temas importantes en la relación bilateral con Estados Unidos. He debatido este tema con varios colegas y mi opinión ha cambiado.
Javier Tello me envió un artículo muy interesante de Edward Alden, miembro del Council on Foreign Relations, think tank especializado en asuntos internacionales de Estados Unidos. Según este experto en competitividad estadunidense, en una pieza publicada en politico.com titulada El juego real que Trump está jugando con el TLCAN, el Presidente del vecino del norte va ganando en las renegociaciones, ya sea porque así lo diseñó o por pura suerte.
El objetivo último de Trump es incrementar las inversiones en su país y, mientras siga manteniendo el TLCAN en el limbo de la renegociación, las empresas mundiales invertirán más en Estados Unidos que en Canadá o México, como una manera de protegerse en caso de que las reglas comerciales cambien. El mensaje de Trump a la comunidad empresarial es clarísimo: inviertan aquí para evitar los riesgos de hacerlo fuera y aprovechen los magníficos incentivos con nuestra reforma tributaria y la desregulación.
En este sentido, según Alden, la incertidumbre actual con respecto al TLCAN es la mejor estrategia para Trump. “Si se sale del Tratado, enoja a sus aliados republicanos y atormenta a los mercados. Pero si llega a un acuerdo, tendrá que cambiar su postura para pasar a ser del mayor crítico del TLCAN a porrista del nuevo Tratado en el Congreso, lo cual, con toda seguridad, calificarán los demócratas como inadecuado. Una larga negociación en la que pueda continuar diciendo que está luchando por un mejor acuerdo se visualiza, de lejos, como su mejor apuesta”.
Alden reconoce que eventualmente Trump tendrá que tomar una decisión de si retira a Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte o llega a un compromiso con Canadá y México.
Ambas opciones tendrán costos políticos para él. Ninguna de estas dos alternativas parece atractiva. Lo que más le conviene es el statu quo de seguir con la renegociación mientras las inversiones se incrementan en Estados Unidos. Ése es el juego que le conviene y lo seguirá haciendo mientras pueda.
Lo cual nos lleva a qué debe hacer México al respecto. El gobierno de Peña está confiado en que puedan destrabarse los desacuerdos que existen en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en la próxima ronda, la octava, que se llevará a cabo en unas semanas.
Es, me parece, la última oportunidad para Peña, Videgaray y Guajardo. Luego ya no existirán las condiciones políticas por las elecciones de julio y el cambio de los poderes Ejecutivo y Legislativo.
Desde luego que México y Canadá deben continuar negociando con Estados Unidos, aunque Trump tenga incentivos para no tomar una decisión. En la política, siempre será mejor mantener el diálogo abierto. Pero más vale ser cautos con los posibles resultados. ¿Se podrá llegar a un acuerdo antes de las elecciones? Difícilmente. El argumento de Alden parece muy convincente.
A esto hay que sumar la salida en masa de los funcionarios más racionales, moderados y capacitados del gobierno trumpista. Muy a su estilo, Trump se está quedando solo rodeado de puros porristas. La salida de Gary Cohn, el principal asesor económico de la Casa Blanca, y de Rex Tillerson, del Departamento de Estado es una mala noticia para todo el mundo, incluyendo, por supuesto, a México. Alrededor de Trump hay cada vez menos gente dispuesta a desafiarlo en sus equivocados puntos de vista.
Los sensatos van de salida. Sus lugares los están tomando segundones más nacionalistas y populistas. En suma, después de debatirlo y repensarlo un rato, mi leve optimismo de la semana pasada se ha desvanecido. Cosas de estos tiempos trumpistas.
Twitter: @leozuckermann