El escándalo de Cambridge Analytica no es nuevo. Desde hace tiempo se sabía que la empresa basada en Inglaterra, pero propiedad por lo menos parcial del multimillonario Robert Mercer y del estratega de Trump, Steve Bannon, fue contratada por Trump para su campaña de 2016. También se conocían sus actividades en otros países, ya sea por intereses propios (Brexit), ya sea a raíz de la laxa regulación en algunas naciones africanas, donde la empresa llevaba a cabo ensayos e innovaciones. Por último, habían circulado versiones, menos fundamentadas, sobre el nexo entre Cambridge Analytica y el gobierno ruso, o los equipos paragubernamentales de Putin.
A partir de este pasado fin de semana, existe mucha más información al respecto. En primer lugar, aunque lo niegue Cambridge, es un hecho que utilizó perfiles psicográficos de 50 millones de usuarios de Facebook, sin su consentimiento, para armar el retrato hablado del votante potencial de Trump, así como los resortes fundamentales que lo motivan. El que dio el pitazo –whistleblower, en Estados Unidos, Christopher Wylie– sostiene que temas como “drenar el pantano”, “construir el muro”, “enciérrenla (a Hillary Clinton)”, nacen del trabajo de Cambridge Analytica basado en el big data de Facebook. La acción del conglomerado de Zuckerberg ha caído casi diez por ciento en los últimos días, y proliferan las denuncias en los medios internacionales.
Asimismo, gracias a un trabajo encubierto de periodismo un poco cuestionable, Channel 4 de Inglaterra entrevistó a Mark Turnbull, director general de Asuntos Políticos y Globales de Cambridge, quien reveló algunas de las tácticas de su empresa. Se refirió al uso de mujeres guapas de Ucrania (no las locales de Sri Lanka, dijo él) y otras estratagemas para conseguir información. Sobre todo (para nosotros), confesó que Cambridge Analytica ha operado en México.
Esto es algo que también se había escuchado desde 2017, al concluir las elecciones del Estado de México. Poco después de las mismas, una tal Arielle Dale Karro, una exmodelo y poeta norteamericana, que llegó a México en la primavera de 2017, conocida de Ernesto Cordero, posteó en julio de ese año un anuncio ofreciendo empleo en la oficina en México de Cambridge Analytica para gerentes de campañas políticas, ejecutivos de proyectos políticos, investigadores y analistas políticos, con sueldos entre 25 y 75 mil dólares al año. Esta persona entrevistó a varios candidatos, pero aparentemente la idea no prosperó y Cambridge no abrió una oficina en México como tal. Hasta aquí lo que se sabe.
Ahora lo que se rumora, con ciertas bases. Cambridge Analytica trabajó para la campaña de Alfredo del Mazo en el Edomex en 2017, ayudando a realizar con éxito lo que fracasó en 2016 para el PRI en 12 gubernaturas: identificar a los votantes predispuestos, entrar en contacto con ellos, y llevarlos a votar o votar por ellos. No se sabe si la campaña le pagó a Cambridge, o un mecenas de Del Mazo le “regaló” el servicio al candidato del PRI. A partir de allí, sólo hay interrogantes más o menos fundadas.
Primera: es posible que CA haya abierto su oficina en México bajo otro nombre, para evitar el estigma de su asociación con la campaña de Trump. Habrían cerrado sus puertas bajo el nombre anterior, para reabrirlas con otro. No sabemos. Segunda: se sospecha que buscaban trabajar para el PRI en varias elecciones estatales de este año, y quizás en la presidencial. No sabemos. Tercera: la bisagra entre Los Pinos, Cambridge Analytica y las campañas del PRI sería Alejandra Lagunes, encargada de las redes de EPN este sexenio y posible cabeza de lista del Partido Verde para el Senado. No es seguro.