2018 será fundamental para México. Varios asuntos sustanciales se decidirán a lo largo de este año. Hay un escenario particularmente preocupante si se combinan algunos factores. A continuación, lo explico.
Desde que México se convirtió en nación independiente, siempre vio con recelo los intereses de su vecino del norte quien, en el siglo XIX, lo despojó de más de la mitad de su territorio. Sin embargo, hace poco más de dos décadas, México decidió dejar a un lado su antiyanquismo histórico para integrarse comercialmente con Estados Unidos y Canadá.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha sido el cambio estructural más importante que ha tenido este país en las últimas décadas. Un gran éxito que nos acercó con nuestro vecino del norte. Pero resulta que Estados Unidos eligió a un Presidente populista y demagogo que rechaza la creciente integración de América del Norte. Trump, no nos hagamos bolas, es un mandatario antimexicano: pretende acabar de construir el ignominioso muro fronterizo, expulsar a los mexicanos indocumentados que tanto contribuyen a la economía de su país y renegociar, quizá cancelar, el TLCAN.
El futuro del Tratado determinará, en gran medida, el de las relaciones bilaterales entre México y EU. Este año conoceremos el desenlace. Sigue existiendo el peligro de que Trump saque a su país del TLCAN. ¿Se atreverá?
Terminando el año pasado, logró una importante victoria al haberse aprobado su reforma fiscal. Esto lo puede apaciguar para no ser tan duro en las negociaciones del TLCAN o, por el contrario, hacerlo sentir tan fuerte como para sacar a su país del Tratado. Mucho dependerá del impacto de la base electoral de Trump en las elecciones intermedias legislativas que se llevarán a cabo en noviembre de este año. Si al Presidente de EU le conviene derogar el TLCAN con fines electorales, así lo hará.
En el frente nacional tendremos la elección más grande de la historia reciente del país. Se renovará toda la clase política nacional y buena parte de las locales. En la boleta presidencial habrá un par de candidatos que, con algunas diferencias, están a favor del modelo económico que comenzó a implementarse en los ochenta: el de las reformas orientadas al mercado. Me refiero a Anaya y a Meade. Del otro lado, estará López Obrador como la opción en contra del modelo liberal que regresaría al país a políticas proteccionistas (precios de garantía para productos agropecuarios, por ejemplo) y estatistas (marcha atrás a la Reforma Energética y la construcción de refinerías de Pemex, por ejemplo).
Hoy, de acuerdo al Modelo de Poll o Polls de Javier Márquez del sitio especializado en elecciones en México, oraculus.mx (http://oraculus.mx/poll-of-polls/), AMLO tiene una probabilidad de 99% de ganar la elección con un rango de entre 33 y 42% de los votos, tomando en cuenta los datos de diez encuestas levantadas entre noviembre y diciembre de 2017. El segundo y tercer lugar se lo están disputando Anaya y Meade. El voto a favor de la continuidad del modelo económico está dividido entre los candidatos del PAN y PRI. Esta división explica por qué López Obrador tiene una probabilidad tan alta de ganar hoy. Eso, con toda seguridad, cambiará en la medida en que se vayan desarrollando las campañas a lo largo del primer semestre. Pero hoy, AMLO es el candidato a vencer.
Tomando en cuenta todo lo anterior, 2018 puede ser el año en que se den las condiciones para un escenario de cambio muy profundo para México. Imaginemos que, por un lado, Trump efectivamente decida retirar a EU del TLCAN. Esto, con toda probabilidad, desataría una reacción nacionalista en México. Los mexicanos, no sin razón, nos sentiríamos menospreciados por nuestro vecino del norte al que le habíamos apostado nuestro futuro económico. El muy viejo sentimiento antiyanqui, que todavía nos tocó vivir a muchos, despertaría de nuevo. Imaginemos también que, por otro lado, López Obradorgana la Presidencia en el contexto del fin del TLCAN y que, para ganar más apoyos, se monta en una retórica y programa nacionalista, igual de reaccionaria que la de Trump a la globalización. El resultado sería el fin de una época en la que México le apostó a la apertura económica y política. Regresaría el viejo antiyanquismo nacionalista exacerbado por un Presidente populista y demagogo a imagen y semejanza de su par estadunidense.
¿Un escenario irreal? De ninguna manera. Por eso, lo que está en juego este año es mucho, como pocas veces en nuestra historia reciente.
Twitter: @leozuckermann