Para retener la Presidencia, el PRI debe unirse en torno a su candidato presidencial. El problema es que, para algunos priistas, existen incentivos para que ocurra exactamente lo contrario, es decir, que José Antonio Meade pierda el próximo primero de julio. Uno de ellos es nada menos que el exsecretario de Gobernación.
¿Por qué le convendría a Miguel Ángel Osorio Chong la derrota del PRI en la elección presidencial?
Porque tendría más poder.
Los dos principales grupos políticos del gobierno actual los lidera-
ron, por un lado, Luis Videgaray y, por
el otro, Osorio.
Desde principio del sexenio, se convirtieron en los dos hombres fuertes del presidente Peña y, por tanto, con más posibilidades de suceder a su jefe. Videgaray, sin embargo, perdió la candidatura presidencial del PRI por el escándalo del sospechoso financiamiento de su casa de Malinalco por parte de Grupo Higa, la misma constructora que le financió su mansión de las Lomas a Peña y a su esposa.
No obstante de estar fuera Videgaray de la contienda, su grupo se mantuvo unido en la carrera presidencial, pero ahora con una nueva carta, uno de los grandes amigos de Luis, precisamente el que lo sustituyó en la Secretaría de Hacienda, José Antonio Meade.
Osorio, por su parte, se quedó hasta el final peleando por quedarse con la candidatura presidencial del PRI. Ya sabemos el desenlace. El dedo de Peñaapuntó hacia Meade. Ganó el grupo de Videgaray quien, en un ac-to sin precedentes, se atrevió a destapar a Meade antes que el mismí-
simo Presidente.
Los grupos de Videgaray y Osorio estuvieron enfrentados a lo largo de todo este sexenio. Y aunque no se querían, cooperaban porque eran parte del mismo gobierno. Tenían incentivos para quedar bien con el Presidente quien, en última instancia, decidiría quién sería el candidato presidencial del PRI. Esta situación terminó el día en que el dedo de Peña apuntó hacia Meade. Cambiaron las circunstancias y, por tanto, los incentivos. A Osorio ya no le conviene cooperar con Meade. De hecho, le beneficia lo contrario porque potencialmente podría tener más poder con la derrota del candidato presidencial.
Osorio irá al Senado. Con toda seguridad obtendrá su escaño, ya sea por la vía plurinominal o como uno de los dos de mayoría uninominal por su natal Hidalgo, uno de los estados más priistas de la República, e incluso, en el extremo, hasta como primera minoría de la fórmula hidalguense del PRI. Ya en la Cámara Alta, con toda seguridad buscará ser el próximo líder de la bancada del PRI.
En este sentido, se vería favorecido con la derrota de Meade. Y es que, si gana el candidato presidencial priista, el que va a decidir quién será el líder de ese partido en el Senado será Meade. Lo más probable es que escoja alguien de su entera confianza. Osorio, no lo es.
Ahora bien, si pierde Meade, el exsecretario de Gobernación, con todos los contactos que tiene, buscará heredar lo que quede del PRI y ser el líder de la bancada priista en el Senado.
Acto seguido, negociará, en términos muy favorables, con el nuevo Presidente. Independientemente de que sea López Obrador o Anaya, no tendrá mayoría en el Legislativo.
Luego entonces, los votos de los senadores del PRI valdrán oro molido para el siguiente Presidente y Osorio quiere ser el personaje con capacidad de vendérselos.
En otras palabras, lo que quiere Osorio es convertirse en el Beltrones del 2018. En 2006, después de la derrota histórica del PRI, que por primera vez se fue al tercer lugar, Manlio heredó lo que quedó de este par-
tido y, como su líder de la bancada en el Senado, negoció jugosos tratos con el ganador de la elección presiden-
cial, Felipe Calderón.
Desde la Cámara Alta, Beltrones se convirtió en uno de los personajes más poderosos de ese sexenio, un eficaz power broker con gran influencia.
Por cierto, Beltrones quería volver al Senado en 2018 para repetir como líder de la bancada del PRI.
Pero este proyecto podría verse truncado por el presunto desvío de dinero público federal a las campañas priistas a través de empresas fantasmas en Chihuahua.
Otro perjudicado por este escándalo sería Luis Videgaray quien era el secretario de Hacienda cuando habría ocurrido el presunto desvío y, por asociación, su amigo, el que lo sustituyó en esa secretaría, es decir, el hoy precandidato Meade.
Beltrones, Videgaray y Meade damnificados por un mismo caso. Parece regalo de los Reyes Magos para Osorio Chong.
Pero este tipo de conspiraciones sólo suceden en las series
de Netflix porque, en realidad, el PRI está muy unido en torno a un candidato que ni siquiera es priista.
¿A poco no?
Twitter: @leozuckermann