Está feliz. Proyecta alegría. Dicharachero, se burla de las críticas que le hacen. Relajado, sonríe a diestra y siniestra. Es lógico. Arrancó primero y sigue así. Pero…

Todavía no ha ganado. Faltan 23 semanas para que los mexicanos salgan a votar y si alguien sabe que la sopa sí se cae del plato a la boca es él. Ya le pasó en 2006 cuando, de hecho, estaba más fuerte que ahora (sus intenciones de voto eran mayores a las de hoy). La campaña de AMLO, de hecho, debería estar preocupada. Van en primer lugar de acuerdo con todas y a cada una de las once encuestas serias publicadas desde noviembre del año pasado. Su probabilidad de ganar es, hoy, del 99%, de acuerdo al Modelo Poll of Polls de Javier Márquez en oraculus.mx. En preferencias efectivas (descontando a todos los que no responden las encuestas), cuenta con un 37% de las intenciones de voto. No baja, pero tampoco crece. Tiene un sólido piso que también es, al parecer, techo.

En nuestro ridículo sistema electoral, que no tiene una segunda vuelta, tranquilamente podría ganar con este porcentaje de votos. El problema para AMLO es que todavía no se galvaniza el voto estratégico en su contra. Hoy, el segundo lugar se lo están disputando Anaya y Meade. Lo que más le convendría a López Obrador es que estas dos opciones sigan divididas hasta el final de la contienda. Difícil que suceda. Lo más probable es que alguno se caiga a un lejano tercer lugar y el otro quede como el candidato con más probabilidades de ganarle a AMLO. En consecuencia, gracias al voto útil, el representante del polo antiLópezpodría comenzar a sumar, eventualmente alcanzarlo y hasta rebasarlo.

La pregunta es cómo reaccionará AMLO si esto sucede. En 2006, se enojó cuando Calderón lo alcanzó en las encuestas. El carácter se le agrió. Su campaña, donde antes cantaban Color esperanza de Diego Torres, se movió hacia reclamos de “guerra sucia” y “fraude”. El entonces Presidente lo criticaba a diario. Fox le tomó la medida. A la baja, exasperado, AMLO se mostró irascible, enseñando una de sus peores caras. Y esta actitud le dio credibilidad a la idea de que se trataba de un político autoritario.

Fast forward a 2018. Peña no es Fox. Para empezar, es un Presidente con una tasa de aprobación del 26% a diferencia del guanajuatense que traía un 70% a estas alturas del sexenio. Segundo, no tiene ni el carácter ni el estilo directo y peleonero de Fox. Los ataques de Peña son los típicos de un político de Atlacomulco: oblicuos y enredados. Así han sido los que han tratado estos últimos días en contra de López Obrador.

Me parece que el tabasqueño no tiene nada de qué preocuparse si así se va a comportar el Presidente durante esta campaña. Creo que tampoco debe inquietarse mucho por el candidato del PRI. Meade nunca ha sido un político peleonero. Al revés, es de buenas formas. Cuando se ha subido al ring a atacar a AMLO lo ha hecho sin convicción ni fuerza. Ridícula y simplona su caracterización del morenista como un nini. En todo caso, sus lugartenientes han tenido que salir a dar la pelea: NuñoOchoa y Lozano, esos sí, con más vocación de enfrentamiento. El problema es que su principal crítica (que, de ganar, AMLO nos llevaría por el mismo camino de la Revolución Bolivariana de Venezuela) es un cartucho quemado; una ofensiva con francos rendimientos decrecientes.

De lo que tiene que cuidarse AMLO es del otro flanco. Ricardo Anaya sí es un político fajador que le va a dar mucha guerra. Si algo ha demostrado el queretano es que no se tienta el corazón. No respeta a los políticos de “peso completo”. Disfruta retarlos y vapulearlos. Si no, que le pregunten a MaderoBeltronesCalderónZavalaMoreno Valle y Mancera.

Anaya ahorita está en el negocio de tirar a Meade al tercer lugar para convertirse en el candidato con mayores probabilidades de ganarle a AMLO. Si lo logra, todas sus baterías las volteará en contra de éste. Previsiblemente, vendrá una blitzkriegcon todo tipo de ataques. No sólo en contra del tabasqueño (a ver qué nuevo le encuentran o inventan), sino de algunas de las “finas” personas que lo acompañan: Lino KorrodiFélix Salgado MacedonioRené BejaranoAlberto Anaya, su esposa María Guadalupe RodríguezVíctor Hugo RomoCuauhtémoc BlancoFrancisco Chíguil y los que se vayan sumando. A los nuevos y viejos compañeros de viaje de AMLO les van a buscar hasta por debajo de las piedras para encontrarles mugre que pueda ser utilizada en su contra. Así son las campañas. Si López Obrador quiere seguir contento, más le vale que se vaya preparando para las horas más oscuras.

                Twitter: @leozuckermann

 

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