La historia electoral de México es la historia del fraude. Son contadas las elecciones en que la regla no se cumplió.
Cada generación recuerda la infamia cometida y los libros de historia recuerdan los abusos de los políticos que no aprenden a aprender que para que haya democracia el poder político debe ser temporal, porque la extensión forzada evoluciona hacia una gama de autoritarismos y hasta dictaduras. La alternancia tiene valor porque responde a deseos sociales de cambio, de prueba de opciones, de corrección.
Cuándo se desgastó el PRI entendió que su salvación consistía en la entrega de una pequeña porción de poder y simular que se modificaba el sistema. Inventaron diputados de partido y luego alguien los convenció de la aberración de meter legisladores plurinominales de tal manera que aún sin ganar la mayoría, podían garantizar el control metiéndolos por la vía proporcional. De esta manera hemos tenido una bola de zánganos que responden a las maquinaciones realizadas en las burocracias partidistas y que se eternizan en el poder legislativo sin haber tenido que ganar ni una elección, por ejemplo: Gamboa Patrón (PRI), Corral (PAN), Ortega y familia (PRD). En Chihuahua se decía que Corral no sería gobernador porque no lo había plurinominal, pero la negociación vergonzosa y anti democrática le entregó la posición aún sin ganar.
En una ocasión un candidato a presidente municipal de Ciudad Juárez me dijo que le habían ofrecido un millón de dólares para cumplir con los arreglos del día de la elección. Entendí que ese era el costo de la compra de votos.
Usemos este supuesto para hipotetizar. Si un distrito electoral (hay 300) de zona cara se puede comprar con un millón de dólares, controlar el congreso costaría 100 millones de dólares. Para el Crimen Autorizado destinar esa cantidad sería como desprenderse de un caramelo, toda vez que les entra alrededor de 120,000 millones de dólares anuales, solamente por las drogas, falta considerar el tráfico de personas, robo de gasolina, contrabando, control de la economía. Pero hay zonas dónde gastan mucho menos porque son distritos pobres y su control es mayor, al grado que ponen candidatos, como en la Sierra de Chihuahua o en poblaciones en la Tierra Caliente (Michoacán, Guerrero).
De ahí se desprende que quién quiera ganar la elección de 2018 tendrá la opción de acercarse a los criminales y sus socios políticos porque: controlan un aparato político que produce votos y tienen mucho dinero para convencer a los indecisos.
Como se ven los números reales para el PRI, como fue en el EDOMEX, si bien le va podrá pelear el tercer lugar para la presidencia. Avanza en las encuestas hechas a modo o en el internet dónde movilizan un ejército de bots para votar en masa en unos minutos.
Así la renuencia de los neoliberales a soltar el poder sugiere que la elección del 2018 parece estar condenada a pasar por la vía del fraude mezclando los recursos de manipulación del conteo del voto (de eso sabe Bartlett), cibernéticos (para lo que Calderón usó a su cuñado), la compra masiva de votos gracias a modelos avanzados de ingeniería financiera que incluye monederos electrónicos (2012).
Para ganar, el PRI tendrá que hacer alianzas perversas, y necesitará grandes cantidades de dinero para comprar el voto.
Una parte del dinero será aportada por simpatizantes que invertirán para ganar los favores del presidente si es que ganan. Otra parte será destinada ilegalmente del presupuesto, que puede venir de los futuros gigantescos desfalcos de algunos gobernadores. Dineros que por cierto tuvo que supervisar Meade desde Hacienda en 2012. Otra parte vendrá del crimen organizado que comprará impunidad y control de sus diversas plazas.
La compra de votos no es exclusiva del PRI. El modelo está muy extendido y todos los partidos tienen sus “operadores”, pero no todos los partidos tienen acceso a las mismas cantidades de dinero.
Acaso los tres grandes (incluyendo al frente) están asegurando sus bolsas de dinero para reforzar los votos que lograran por la buena.
Se escucha mucho el consejo: Si te ofrecen, toma, pero a la hora de votar hazlo por quién quieras. El problema es que no muchos son duchos en ese tipo de cinismo y el dinero o material entregado conlleva controles.
Se abre la posibilidad de que más de un partido pague el voto, ¿a quién compromete entonces la compra?
La última pregunta es, quién será capaz de asegurar por lo menos 100 millones de dólares para llevar los votos necesarios a su molino.
¿Andará por ahí Obedrecht II? ¿Por quién se inclinará el gran capital? ¿A dónde invertirán los criminales? En las listas de mega ricos ya existen dineros hechos de forma muy obscura y a balazos.