Desde el viernes pasado se filtró la noticia en Estados Unidos de que hoy lunes sería detenido el primer personaje acusado formalmente por el fiscal especial del caso Rusia en la campaña presidencial norteamericana de 2016. El gran jurado ante el cual fue entregada la imputación sellada está reunido desde hace algún tiempo en Washington o Virginia, y se ha especulado a lo largo de todo el fin de semana sobre quién puede ser la primera víctima de todo el escándalo vinculado a la campaña de Donald Trump.
Son tres los candidatos: el exmilitar y asesor de seguridad nacional, Michael Flynn; el jefe de campaña y cabildero, Paul Manafort, y el financiero, consultor y maniobrero Carter Page, el más joven de los tres. Hay dos posibles estrategias que estaría poniendo en práctica el fiscal Robert Mueller. La primera consistiría en detener y presionar a un pez “pequeño” para que informara y delatara a peces más “gordos”. La segunda estribaría, al contrario, en irse de entrada lo más arriba posible, para desde ahí obtener información hacia abajo y horizontalmente.
El hecho de que no hubiera habido ninguna reacción de la Casa Blanca desde el viernes –ni comentarios ni tuits– sugiere, como han especulado los medios de EU, que el presidente Trump y su equipo, tanto político como jurídico, fueron tomados por sorpresa por este acontecimiento. Asimismo, lo que parece indicar la decisión de Mueller es que su investigación ha procedido con mayor celeridad y precisión de lo que se hubiera pensado. Ahora comienzan las consecuencias de este primer paso de naturaleza penal en todo el proceso.
Primera consecuencia evidente: Trump tendrá que ocuparse de esto, y en buena medida sólo de esto, no sólo durante los próximos días y semanas, sino a lo largo de los meses venideros. Porque este será sólo un primer paso; seguramente seguirán más arrestos y más imputaciones. Las cuentas de abogados, y las legislativas y políticas seguirán incrementando casi como taxímetro. En segundo lugar, esto puede acelerar las deserciones en el Partido Republicano, principalmente en el Senado, pero también algunas en la Cámara de Representantes. Aunque el apoyo de Trump en el seno de su base electoral parece seguir intacto, serían demasiadas las expectativas y probabilidades de que hubiera un desenlace fatal –impeachment, inhabilitación o renuncia– de Trump antes de finales del 2018, para que los republicanos, en su totalidad, quisieran ir a los comicios del año entrante vinculados a Trump.
Y en tercer lugar, recordando la película Wag the Dog, con Dustin Hoffman, de finales del siglo pasado, a propósito del impeachment de Bill Clinton y de la guerra que inventa para distraer la atención, la tentación para Trump, que le gusta proceder de esa manera para inventar algún tipo de crisis, enfrentamiento político o de plano militar, puede resultar irresistible. No le faltan opciones. Desde luego destaca Corea del Norte, pero de la misma manera podría abrir un flanco nuevo mediante el retiro de EU del TLCAN, o a través de una crisis con China, con Rusia o en Venezuela. Nada de esto es seguro, pero todo es posible. Lo que sí sabemos, a partir de hoy, de confirmarse la filtración, es que la investigación ya se volvió un asunto grave y serio, que se acerca a Trump y a su familia, y que surtirá efectos políticos, internos e internacionales durante el próximo año.